El estruendo de los arcabuces se propagó por Villena ayer anunciando el inicio de la guerrilla. A partir de las cinco de la tarde desde la plaza de Santiago los arcabuceros de las catorce comparsas de Moros y Cristianos: Moros Viejos, Moros Nuevos, Bando Marroquí, Moros Realistas, Moros Bereberes, Piratas, Estudiantes, Marinos Corsarios, Contrabandistas, Labradores, Ballesteros, Almogávares y Cristianos, comenzaron el ascenso hacia la sierra de San Cristóbal donde se ubica el Castillo de la Atalaya, donde más tarde tendría lugar la guerrilla y embajada del Moro al Cristiano.

Según marca la tradición, cada bando con su correspondiente embajador, el moro y el cristiano, realiza el ascenso a la fortaleza por itinerarios distintos, confluyendo en el Castillo de la Atalaya, monumento del siglo XII donde tiene lugar la primera de las embajadas, uno de los actos más singulares de los festejos locales.

Cientos de personas esperaban impacientes en la explanada de la fortaleza local para ver la conquista mora de Villena, en la que participan más de un centenar de festeros; los del bando cristiano en las almenas del castillo y a los pies del mismo, las huestes de la media luna con su embajador a lomos de un bello doncel.

La representación comenzó con la arenga del embajador Moro y la solicitud de la plaza al Cristiano alertándole que «si intentas arrogante, por una falsa esperanza, defender ese castillo despreciando mi demanda, teme al poder de mi rey, a quien no igualó en pujanza el gran Ciro, con sus persas; Alejandro, con tan varias e innumerables naciones como conquistó su espada».

El embajador Cristiano rechazó el ofrecimiento señalando: «Anda, ve, dile a tu rey que hago burla de su aviso, que desprecio su embajada y de su poder me río», motivando la ira del representante de la media luna que desenvainando su espada alentó a sus huestes a la lucha «asaltad luego esa plaza, haciendo que sus torreones, almenas, fuertes, murallas, palacios, jardines, templos, con sus numerosas casas arruinadas por el suelo, sirvan de alfombra a mis plantas!». Así comenzó la lucha entre los dos bandos al grito de «guerra» y el sonido de los arcabuces se escuchó por toda la ciudad. Tras la batalla, el bando moro ganó la fortaleza y se leyeron las capitulaciones por las que a los habitantes de Villena se les respetaría su lengua, tradiciones y religión. Mañana a las 12.15 horas en el Castillo serepresenta la embajada del Cristiano al Moro.