Vecinos de la zona centro de Elda se concentraron al mediodía de ayer, de forma espontánea, a la altura del número 26 de la calle Quijote mientras los numerosos medios de comunicación desplegados en el lugar recababan datos y preparaban sus directos a pie de calle.

En el primer piso del edificio Korten, uno de los bloques de construcción más reciente en la manzana, se produjo el atroz suceso en la noche del miércoles. Una de las ventanas todavía permanecía abierta durante la mañana a pesar de la lluvia pero nadie se encontraba en su interior. Tampoco respondieron a las llamadas de este diario los propietarios de los otros dos pisos superiores de este bloque de tres alturas que solo tiene una vivienda por planta.

La mayor parte de los vecinos de los edificios colindantes, así como los trabajadores de las oficinas, bares y comercios próximos a los que este diario se dirigió para reunir testimonios, solicitaron mantener su identidad en el anonimato y, por supuesto, «nada de fotos». Pero casi todos coincidieron en expresar su temor e intranquilidad tras el espeluznante siniestro. Algunos hablaban incluso de «psicosis». Prueba de ello es que una conocida empresa de seguridad que opera en Elda recibió, solo durante la mañana de ayer, una decena de peticiones de presupuesto para instalar sistemas de videovigilancia y alarma o cambiar las cerraduras y cierres de puertas y ventanas.

Pero sin duda, una de las cuestiones que más inquietud ha despertado entre el vecindario es la hora, el día y el lugar en los que se ha producido el brutal hecho. En pleno mes de agosto, a las nueve de la noche y en la calle Quijote, que se encuentra ubicada en pleno centro de la ciudad y es una de las más concurridas por su oferta hostelera y comercial. De hecho, a escasos metros del edificio Korten hay tres bares-cafeterías que disponen de terrazas en el exterior. Además a las nueve de la noche, y más tratándose de las fechas veraniegas en las que nos encontramos, suelen contar con clientela. En el lugar también hay clínicas, inmobiliarias y comercios de diversos sectores. Precisamente en el local bajo el citado inmueble hay un salón de cosmética y cuidado personal. Por lo tanto, puede haber muchos testigos potenciales de lo ocurrido.

«Es muy triste y muy doloroso lo que ha ocurrido y más tratándose de una criatura inocente que además tenía un pequeño retraso porque padecía autismo. Ellos -en referencia a las víctimas- son personas muy normales y trabajadoras. Una familia buena que no anda metida en ningún lío extraño. Han estado de vacaciones en los Pirineos y también en la playa y regresaron precisamente el miércoles. Se les veía entrar y salir de casa con el niño, que este verano estaba con su padre de acogida. Él se separó de su esposa y desde hacía algo más de un año estaba viviendo con su actual pareja, con la que espera un bebé. Es preparador físico y entrenador de atletismo y ella tiene problemas de audición pero se desenvuelve perfectamente y creo que trabaja en una empresa de Elche. Mi marido ha tratado más con ellos y dice que tienen una posición económica buena pero tampoco son ricos como para que fueran a robarles de esa forma», indicó ayer una mujer de mediana de edad que vive en uno de los cruces de la calle Quijote con Reyes Católicos. A ella, como a muchos otros, el móvil del robo no le «cuadra». Piensa que pudo tratarse de una acción premeditada, una venganza en la que pudieron confundirse de objetivo.

«Que estén esperando a la mujer en el rellano de la puerta, a plena luz del día y con la cara tapada, y que hagan lo que hicieron sin llevarse nada de la casa resulta muy extraño para ser unos simples ladrones», indicó otro de los vecinos consultados que vive en la finca contigua. «Yo desde que ha ocurrido esa salvajada apenas he podido dormir y no me lo puedo quitar de la cabeza. Mi pareja tiene mucho miedo y entre los padres que conozco hay preocupación porque si es cierto que han intentado abusar del niño, ya te puedes imaginar el pánico que van a pasar hasta que detengan a los autores», ha añadido sin dejar de mostrar «una gran pena y mucha extrañeza» por lo ocurrido.