Elda no llega al aprobado en materia de eficiencia energética en función de los datos que maneja la Agencia Valenciana de la Energía. La mitad de las viviendas y locales de la ciudad se encuentran por debajo de la media española y forman parte del grupo E por su «poca eficiencia». Algo en lo que influye el aislamiento de las fachadas, la calidad de la carpintería exterior y también las fuentes utilizadas para calentar el agua, la calefacción y la refrigeración. Éstas pueden ser de origen solar, de biomasa o eléctricas a través de estufas, bombas de calor y aire acondicionado; o bien de combustible fósil por medio de gasóleo, gas ciudad y butano.
Pues bien, de los 1.993 inmuebles eldenses registrados en el censo autonómico, cerca de 900 están clasificados con la letra F y G lo que supone un aislamiento casi inexistente y una mayor emisión de CO2 en las actividades cotidianas de calefacción o calentamiento de agua.
Un 45% de los inmuebles están catalogados con la letra E que corresponde a la media nacional. Son concretamente 895 hogares de los 1.993 analizados los que cumplen con la mayoría de parámetros que impone el Código Técnico de la edificación para obra nueva o rehabilitación. Sin embargo, muy lejos quedan las certificaciones energéticas más eficientes, las de las clases A, B y C, que llevan directamente aparejado un menor consumo energético, además de un mejor aislamiento acústico.
Solo un «excelente»
Elda solo tiene registrada una vivienda del nivel máximo o «excelente», del tipo A, con un consumo casi nulo. Casas de gran calidad, del tipo B, solo hay registradas siete y del tipo C solo llegan al medio centenar.
Todo ello lleva a concluir que la calidad del parque de viviendas eldense es muy mejorable, ya que hoy en día una calificación F o G provoca más consumo energético, mayor emisión de CO2 a la atmósfera y un inexistente aislamiento acústico del hogar, lo que provoca conflictos sociales en una sociedad muy proclive a disfrutar de la calle y del espacio público.
Además, estos datos negativos contribuyen a que el valor de los inmuebles se desplome lo que tiene consecuencias directas para compradores o inquilinos. El aislamiento acústico será pésimo y el recibo de la luz elevado hasta que mejore la calificación. En tal caso la solución pasa por invertir entre 7.000 y 10.000 euros en mejorar la carpintería exterior para una vivienda de 90 a 100 metros cuadrados e instalar sistemas de calefacción, refrigeración y ACS más eficientes. Y cabe recordar que el certificado energético es obligatorio desde 2013 para vender o alquilar cualquier inmueble.