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Los regantes exigen garantías sobre la calidad del agua del Júcar

Advierten del grave daño que la presencia de mercurio podría acarrear en los productos agrícolas que venden en la UE

Imagen de archivo del Azud de la Marquesa. Información

Los agricultores de la provincia exigen a los poderes públicos que garanticen la calidad del agua procedente del Azud de la Marquesa, que está destinada a regar sus campos, después de que las últimas analíticas oficiales disponibles hayan detectado mercurio en los peces. La presencia del componente tóxico de forma permanente impediría el uso de estos caudales para el mantenimiento de los cultivos ya que, en tal caso, se superarían los parámetros legales que establece la normativa en materia medioambiental.

El asunto de la calidad hídrica es, precisamente, el principal punto del convenio, junto al del precio del agua, que la Junta Central de Usuarios del Trasvase Júcar-Vinalopó está negociando actualmente con el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente. Una de las medidas propuestas por los expertos es limitar el agua procedente de la Marquesa para el riego de cultivos leñosos, como frutales y uva de mesa. Sin embargo, para los afectados esta posibilidad supone un «mero parche con fecha de caducidad» al histórico problema de la imperiosa necesidad de disponer de «agua buena y a un precio razonable».

«Nada nuevo»

En cualquier caso, el resultado del análisis efectuado por el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente para medir la calidad de las aguas del Azud de la Marquesa, punto de arranque del trasvase del Júcar a la provincia a través de Villena, no supone «nada nuevo» para los regantes alicantinos.

«Esto mismo lo llevamos denunciando desde hace doce años cuando se decidió cambiar la toma del trasvase a Cullera y suprimir la de Cortes de Pallás, donde sí se ha demostrado que el agua tiene una calidad óptima y puede ser utilizada tanto para los cultivos como para el abastecimiento humano», ha recordado el presidente de la Junta Central de Usuarios, Andrés Martínez, que vuelve a insistir en que el estado del agua es «la espada de Damocles» de esta actuación. De ahí que los regantes exijan tanto al Gobierno central como al autonómico la máxima vigilancia en torno a este asunto para controlar los vertidos tóxicos al Júcar y evitar que vuelvan a detectarse metales pesados en algunas especies vegetales y animales que habitan en la desembocadura del río.

«Nos jugamos mucho»

«Los agricultores nos jugamos mucho en todo esto porque nuestras hortalizas y frutas se exportan a toda Europa. Y si en los controles que se efectúan apareciesen trazas de metales pesados, pesticidas o fitosanitarios el daño económico y de imagen sería enorme», advierte Martínez puntualizando, además, que «con la sequía esta situación puede verse todavía más agravada teniendo en cuenta que esos caudales están afectados por los lixiviados». Una postura que guarda relación con lo denunciado por Antonio Rico, director del Instituto Interuniversitario de Geografía de la UA, quien esta semana ha incidido en que «la toma no es segura pues ya en años secos como en 2006 y 2007 se detectó todo tipo de pesticidas, muchos de ellos cancerígenos; en 2015 sólo en algunos meses el agua cumplía el nivel de calidad admisible y el informe anual de 2016, el último oficial, es revelador al encontrar mercurio en los peces», concluye.

El problema del trasvase del Júcar-Vinalopó sigue, por tanto, sin solución.

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