Poco tienen que decir la mayoría de las almazaras del Alto Vinalopó sobre la nueva normativa que prohibe las aceiteras en los restaurantes de la zona. Sólo la de Cañada vende para restauración y la de Biar ha hecho algunas pruebas en este sentido. El presidente de esta última, Miguel Valdés, señaló que «para nosotros supone un problema por el coste del tapón rellenable». Según explica, la escasa producción que destinan al embotellado en envase de menos de un litro les lleva a resultar poco competitivos en este sector. Por otra parte, Valdés saca cuentas y apunta que el coste del aceite resulta «ínfimo» respecto al precio al que pueden vender la botella vidrio de cuarto de litro con el tapón no reutilizable. Por ello, este tipo de comercialización del «Oli de Biar» -como se denomina el aceite de la cooperativa- quedará para quienes se lo demanden como regalos de empresas, de bodas o ceremonias y que no precisen adaptar el tapón a la normativa vigente marcada por la Unión Europea.