La Comisión de expertos de la Memoria Histórica de Elda formada por los historiadores Juan Carlos Márquez, Gabriel Segura y Miguel Ángel Abad y presidida por el doctor en Geografía e Historia y profesor universitario José Ramón Navarro Escandell, presentaron ayer a los portavoces de los grupos municipales el informe elaborado en el que se pide la retirada de la toponimia de quince «calles franquistas» porque incumplen la Ley de la Memoria Histórica.

A través de un trabajo de investigación solicitado por el Ayuntamiento y después de llegar a un consenso, los integrantes de la comisión han propuesto el cambio de nombre de las calles Alcázar de Toledo, Andrés Amado, Eugenio Montes, Federico García Sanchiz, Pedro González Bueno, José María Pemán, Ricardo León, Tropas Gallegas, Vázquez de Mella, Belchite, Brunete, Plaza del Santuario, Alto de los Leones, Luis Batllés y Alféreces Provisionales.

Los primeros nombres que desaparecerán del callejero serán los de las calles, plazas y espacios públicos que se mencionan en el acta municipal del Ayuntamiento de Elda fechada el 5 de julio de 1939, poco después de finalizar la contienda. Una variación realizada por dos gestores del régimen dictatorial que sólo responde, según se indica en el informe, a «exaltar el triunfo militar y la ideología de los sublevados». Además de su supresión, los expertos plantean su sustitución por otros ligados a la toponimia tradicional histórica como «Calle de la Balsa», «Calle Horno de San Antonio» o «Calle Postigos».

Dentro de las candidaturas para el cambio de nombre, la comisión ha propuesto el de Francisco Coello, primer sacerdote de la parroquia de San Francisco de Sales, que fue un referente democrático y social en la ciudad, especialmente en algunos momentos difíciles de la Transición y el del escritor valenciano que hizo en su obra referencias a Elda, Enric Valor.

En este sentido, el alcalde de Elda, Rubén Alfaro, ha indicado que «el proceso para el cambio de los nombres así como los plazos lo deberá determinar la Junta de Portavoces». Además esperan candidatos por parte de los vecinos. Por otro lado, en el informe se pone de manifiesto la escasa presencia de nombres de mujer que figuran en el plano urbano local.

Del listado de nombres de «calles franquistas» que la comisión ha estudiado algunas quedarán tal cual se designan en la actualidad como la avenida José Martínez González, más conocida como «Gran Avenida».

La denominación de ésta aparece en el acta municipal fechada el 15 de febrero de 1956, en la que se aprueba la sustitución de la calle conocida como Gran Avenida por el nombre del que fuera alcalde José Martínez González, fallecido ese mismo año. En el análisis de los expertos se indica los honores que se le otorgaron «no están ligados a su significación durante la Guerra Civil sino al hecho de ser alcalde de la ciudad y procurador en Cortes cuando falleció en accidente». La propuesta sobre la nomenclatura de la céntrica vía es que pase a ser «Gran Avenida de José Martínez González».

Tampoco ven razonable que se suprima el nombre de la calle Maestro José Sedano Serna y de la plaza cura José María Amat Martínez por ser ayuntamientos democráticos los que decidieron otorgar este honor.

La polémica Cruz de los Caídos

La comisión ha propuesto una alternativa para evitar destruir la Cruz de los Caídos del parque de la Concordia Adolfo Suárez. Sus integrantes consideran que «la Cruz de los Caídos es, sin duda, la máxima referencia a la Guerra Civil y a la dictadura en la ciudad y la que genera mayores controversias».

Para la comisión «la supresión de las lápidas con los nombres de los caídos en el bando nacional y la colocación de una lápida neutra no parece haber resuelto el problema , porque el monumento diseñado por los falangistas sigue conservándose en esencia y porque la cruz en modo alguno puede considerarse aquí un símbolo común para ambos bandos».

Así la conservación del monumento pasaría por convertirse en una pieza de claro rechazo contra la Guerra Civil. Valero destacó que se colocaría en la parte superior la leyenda «Nunca más» y en el centro del espacio anterior la ubicación de un pebetero que incluya el nombre de todos los fallecidos a consecuencia de la Guerra Civil con alguna vinculación a la ciudad.

Además sugieren que las placas con nombre franquistas pasen a ser custodiadas por el Museo Arqueológico.