La parroquia de San Pedro de Pinoso acoge esta tarde, a las cuatro y media, la misa funeral por José Sellés, que falleció el lunes en el Hospital de Elda, a los 74 años, tras sufrir cuatro días antes el feroz ataque de siete perros de un vecino en el paraje pinosero de El Faldar, donde residía con su esposa en Casa Marcela.

Este diario ha podido reconstruir los detalles de su trágica muerte, en el mismo lugar donde ocurrieron, gracias al testimonio de una de sus tres hijas, María José Sellés, que durante la entrevista rompió a llorar en varias ocasiones por el dolor y el recuerdo.

Eran las seis de la tarde del miércoles de la semana pasada cuando la víctima se encontraba dentro de su finca, a unos 50 metros de la casa, apilando las cepas de la viña en la leñera. Los siete perros del vecino -un cruce entre bóxer y american stanford por lo que se considera raza potencialmente peligrosa- se escaparon de su cercana vivienda, al parecer a través de un boquete en la valla, y acudieron al lugar donde se encontraba José Sellés. En unos segundos lo acorralaron y empezó el violento ataque. Su esposa, de unos 70 años, se encontraba en ese momento en el corral y al oír los gruñidos de los perros salió a la calle e intentó socorrer a su marido. Pero tuvo que retroceder hasta el cobertizo porque varios ejemplares acudieron a la carrera para lanzarse también sobre ella. Así que no pudo hacer más que vociferar presa del pánico para pedir ayuda mientras su esposo se defendía a duras penas desde el suelo. El dueño de los perros escuchó los gritos y acudió rápidamente con su pareja para prestar auxilio. Pero la víctima yacía aturdida y ensangrentada. Fue arrastrado unos veinte metros y sufrió severas lesiones por todo el cuerpo; especialmente en las extremidades inferiores donde presentaba fractura de pie y amputación parcial de un dedo. El ataque fue tan iracundo que también destrozaron a mordeduras la chaqueta y los guantes que llevaba.

«Cuando lo auxiliaron mi padre ya estaba en estado de shock y así ha seguido hasta su muerte. Los perros estaban fuera de sí y actuaron como si fueran de cacería. Mi padre era un amante de los animales, caminaba con la ayuda de un bastón y aunque iba a diálisis su estado de salud era bueno y seguía activo cuidando del campo», explicaba abatida María José Sellés sin poder asimilar lo ocurrido mientras mostraba los trozos de ropa esparcidos por la finca.

Este diario también intentó ayer contactar con el dueño de los perros sin lograrlo. No estaba en la casa de campo donde sí se encontraban, a la vista y encadenados, cinco de los siete cánidos que participaron en el ataque. Siguen bajo la custodia del dueño por orden judicial y sometidos a vigilancia policial diaria para evitar que vuelvan a escaparse. Un familiar que cuidaba ayer de ellos explicó que el propietario está «destrozado y se ha puesto en manos de un psicólogo».

Una vez que el juez estudie el resultado de la autopsia deberá tomar una decisión, aunque la familia del fallecido también ha decidido interponer denuncia.