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Petrer

Acoso en la escalera

Un grupo de menores tiene atemorizados desde hace un año a los vecinos de un edificio

Acoso en la escalera

Un tranquilo bloque de pisos de Petrer se ha convertido en un «infierno» por el acoso que los propietarios vienen sufriendo desde hace un año. Los autores son un grupo de menores conflictivos, chicos y chicas de edades comprendidas entre los 12 y 16 años, a los que suelen acompañar en sus fechorías otros amigos hasta llegar a alcanzar la pandilla la veintena de miembros. La mayoría reside en la vecina localidad de Elda y algunos ya son conocidos por la Policía por haber cometido hechos incívicos y delictivos. Sin embargo la Ley del Menor los ampara y, sabedores de tal circunstancia, aprovechan esa impunidad para tener atemorizadas a las siete familias que viven en el edificio de la calle Villena de Petrer, en el barrio de la Santa Cruz. Se trata, en su mayor parte, personas mayores, de entre 70 y 80 años, y ninguno quiere dar su nombre por temor a represalias.

Tal y como ellos mismos han explicado a este diario, el acoso empezó hace un año y la situación se ha ido agravando hasta el extremo de que la semana pasada uno de los vecinos acabó en el hospital tras recibir un puñetazo en la cara. Una agresión que se produjo cuando varios menores se colaron en la escalera por la noche y trataron de forzar la puerta de los contadores de la luz para manipularlos. Pero el suceso que todavía impide a algunos de ellos dormir tranquilos se produjo el primer día del pasado curso escolar. Esa vez prendieron fuego a los maceteros de la entrada del edificio. Afortunadamente una vecina llegaba en ese momento y pudo alertar al resto para evitar que las llamas se extendieran por los pisos. Los presuntos pirómanos fueron identificados, los hechos denunciados y las reparaciones costaron a la comunidad cerca de 600 euros. Sin embargo el fiscal de menores archivó la causa civil y remitió a los afectados a denunciar por la vía penal, cosa que ya no hicieron por el coste que acarreaba el procedimiento.

Los insultos, vejaciones y amenazas se suceden todas las semanas. Y en más de una ocasión los pequeños vándalos han sido sorprendidos consumiendo drogas o usando el rellano como «picadero». Así que los vecinos están desesperados y reclaman una solución.

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