Las obras del castillo de Elda se van a retomar después de varios meses casi paralizadas. Tras una reunión técnica mantenida con expertos de la Conselleria de Patrimonio se van a iniciar una serie de protecciones arqueológicas que no estaban previstas en el primer plan que se redactó, según indicó el concejal de Patrimonio, Amado Navalón. Asimismo, explicó que «se han encontrado restos de un cementerio». Un hallazgo que se intuía y que ahora, una vez encontrado, se debe proteger.
Por su parte, el arqueólogo municipal, Juan Carlos Marquez, señaló que «nunca se han parado las obras pero es cierto que durante meses estuvieron muy ralentizadas». Ahora se ha incrementado el ritmo y desde el Ayuntamiento se espera que sea un nuevo impulso. Los problemas encontrados en la cimentación es otra de las cuestiones que ha frenado esta rehabilitación.
Una vez se finalice la protección de estos vestigios se continuará con las obras de consolidación de la torre T10, ya que se encuentra en un estado de conservación muy precario, así como las del antemural. El edil señaló que «la intención de la Concejalía de Patrimonio es que al mismo tiempo que se realizan las obras del antemural, con financiación municipal se derribe uno de los arcos que se reconstruyó con la escuela taller y se rehaga de nuevo».
Asimismo, el titular del área avanzó que la intención de la concejalía es que en la primavera del próximo año este monumento sea visitable. Navalón apuntó que queremos que «al igual que el yacimiento del Monastil, a través de visitas guiadas y concertadas, se conozca la restauración realizada».
En un principio, la actuación para la conservación del palacio condal eldense alcanza los 500.000 euros y la duración prevista era de siete meses. Tiempo que se ha superado con creces -debieron finalizar en diciembre de 2015- debido a los inconvenientes surgidos. La actuación engloba el antemural A- 4 y la barbacana hasta la torre T-10, que se ubica sobre la calle Novo Hamburgo.
La fortaleza eldense está integrada en la trama urbana de la ciudad y su estado de conservación se califica en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos de Elda como muy deteriorado y ruinoso. Su desgaste comenzó con el abandono del inmueble por sus antiguos propietarios, la familia Coloma, los condes de Elda. Pero fue en 1848 cuando se inició el expolio del monumento.
En los años 80 se desarrollaron acciones puntuales mínimas encaminadas a su conservación. Ante el riesgo de derrumbe, constatado desde 2009 y parcialmente paliado, y la necesidad de planificar una actuación global, en 2013 se desescombraron los restos de antiguas viviendas adosadas al antemural.
