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Abandonada a su suerte

La reforma de la autovía de Madrid lleva nueve años paralizada mientras el colapso y la siniestralidad crecen

Abandonada a su suerte

La A-31 puede considerarse la «cenicienta» de las autovías de la provincia. Se construyó en los años 80 empleando el rudimentario sistema de duplicar la anterior carretera nacional, lo que le confiere una especial peligrosidad al mantener un trazado sinuoso con demasiadas curvas, desniveles y accesos.

Además de ser con diferencia la autovía más antigua de la provincia, en el último cuarto de siglo apenas ha incorporado mejoras sustanciales. Y ello a pesar de que el tráfico se ha incrementado exponencialmente en los últimos 20 años -su intensidad media diaria supera los 60.000 vehículos de los que 6.500 son camiones- y la siniestralidad se ha disparado.

Todo ello ha llevado a los municipios del Alto y Medio Vinalopó -que son los más perjudicados- a retomar la vieja reivindicación y exigir de nuevo al Ministerio de Fomento que contemple una partida en el presupuesto de este año para evitar más tragedias en una carretera colapsada.

Según los datos aportados por la Dirección General de Tráfico, sólo el año pasado se produjeron 53 accidentes con víctimas en el tramo de 73 kilómetros entre Villena y Alicante. En los dos accidentes mortales fallecieron tres personas pero la media de la última década ofrece datos mucho más preocupantes. Los bomberos suelen realizar entre dos y tres intervenciones al mes para rescatar a heridos atrapados en sus vehículos tras colisiones o salidas de vía, y el número de víctimas mortales se sitúa cada año entre cuatro y ocho. Un balance negro en una autovía que, sólo a su paso por el Vinalopó, presenta cinco puntos especialmente peligrosos donde se concentra la mayor parte de los accidentes. Son concretamente los puntos kilométricos 168 a la altura de la cárcel de Villena; 199 en la llamada «curva de la muerte» que delimita los términos de Sax y Petrer; 200 frente al polígono Les Pedreres de Petrer donde el pasado 2 de marzo volcó un tráiler que bloqueó por completo la autovía en sentido Alicante con colas durante más de cuatro horas; 205 en los baños de Salinetes y zona del Reventón y, por último, el 217 en la subida y bajada del Portichol en Monforte.

Pero el número de accidentes se dispara los fines de semana, días festivos y vacaciones y, especialmente, en los días de lluvia. Todos los expertos en Carreteras consultados coinciden en que la A-31 requiere de un urgente replanteamiento y su mejora integral porque la densidad circulatoria actual dista mucho de la de los años 80. La postura de la Federación Provincial de Transportes de Alicante también va en esa línea. Para Francisco Ortiz, secretario general de Fetrama, la A-31 es «una autovía muy dura para los vehículos pesados porque su trazado no es bueno y la queja del sector es generalizada. Aunque -lamenta- al final terminamos acostumbrándonos a todo». Y eso es, precisamente, lo que quieren evitar los municipios afectados. No quieren acostumbrarse a las habituales retenciones y a los accidentes mortales en la autovía de Madrid, la gran olvidada.

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