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Sax

Una «jungla» en el corazón de Europa

La Asociación Cultural Somos Anti Xenofobia desarrolla una acción humanitaria en Pas de Calais

Las tiendas de campaña se hacinan en el inhóspito asentamiento de refugiados de guerra de Pas de Calais, al norte de Francia.

Miles de refugiados de guerra se hacinan a la espera de una oportunidad. Quieren saltar la valla del euro-túnel y subirse a algún camión o automóvil que les permita cumplir el sueño de llegar a las Islas Británicas, donde muchos de ellos tienen familiares y amigos. Proceden en su mayor parte de Afganistán, Siria, Sudán, Egipto, Kuwait e Irak y todos buscan una vida mejor aunque, de momento, se encuentran en el asentamiento de refugiados de Pas de Calais, al norte de Francia, un inhóspito y frío lugar denominado «La jungla».

Pues bien, hasta allí se ha desplazado la Asociación Cultural Somos Anti Xenofobia de Sax para desarrollar su nuevo proyecto solidario. En esta ocasión el colectivo ha viajado junto a la Red Alicantina de Familias de Acogida de Refugiados, Rafar-Alicante, para contribuir a la causa con 780 euros que han permitido adquirir 300 kilos de comida. Todos ellos entregados, in situ, en las dos cocinas que sirven dos comidas al día a los miles de refugiados que esperan una oportunidad en el corazón de Europa.

Con este nuevo proyecto de cooperación, el octavo tras los llevados a cabo anteriormente en Marruecos, en los campos de refugiados Saharauis de Tindouf en Argelia, Senegal, Camerún, Gaza, Guinea Ecuatorial y Kenia, la Asociación Cultural Somos Anti Xenofobia de Sax ha contribuido, con la entrega de casi 12.000 euros, a ayudar a quienes más sufren en las zonas más deprimidas del planeta. Una labor desarrollada durante diez años de voluntariado, solidaridad, música y denuncia social.

En la semana aproximada que ha durado la última expedición, Boni López ha tenido la oportunidad de convivir y compartir con persona a quienes la guerra les ha quitado todo menos las ganas de vivir. «Si algo destacaría sería la enorme simpatía y hospitalidad, que en las frías noches que allí están viviendo aún mantienen, y su generosidad al invitarnos a acercarnos a los fuegos que hacen y a su calor, invitarnos a un té, contarnos sus sueños y anhelos de una vida mejor, y también historias duras y tristes de la huida, de las bombas, y de cómo muchos de ellos han perdido a sus familiares. También hemos escuchado historias realmente increíbles, y que ponen de manifiesto el sinsentido de estas situaciones límite. Como la de un niño egipcio, que, con apenas 12 años, ha atravesado varios países para llegar a Calais, y ahora también espera su momento de saltar a un camión que le lleve a su destino final, al ansiado Reino Unido. Y ello a pesar de saber que muchos son los que fallecen en el intento». Pero durante la semana que Boni convivió con los refugiados también asistió a la muerte de un joven ghanés, atropellado por un camión en su intento de huida, y al apuñalamiento de otro refugiado en una de las múltiples reyertas inter-étnicas que se suceden con frecuencia. «Cuando hay un conflicto bélico y la gente viene a Europa, ésta no puede cerrar sus fronteras sin sonrojarse», dice el representante de Anti Xenofobia pensado en esos otros mundos que están en éste.

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