Las fiestas de 2015 se encadenan con las de 2016. Un acto que lo confirma es el desfile de Capitanes, Alféreces y Madrinas. Ayer, los cargos festeros, que todavía lo son, desfilaron con sus bandas y sus banderas, muchos de ellos entre lágrimas. A su lado, los de 2016 esbozaron una sonrisa y sabiendo que el 2016 será su año. Así, en cada una de las 14 comparsas

Cuando el desfile finalizó, en el balcón de la Casa del Festero, los de 2015 entregaron las bandas y las banderas a sus sucesores. Y las nuevas Regidoras se presentaron en el ventanal del Ayuntamiento. Con este acto se despidieron a las fiestas de 2015 y se dio la bienvenida a las de 2016.

En el ágil desfile de la tarde, dos comparsas fueron las protagonistas: el Bando Marroquí, que inició su 15o aniversario con estandartes de los colores de la comparsa. Igualmente, la de Ballesteros comenzó la celebración de sus 50 años de historia. Y la escuadra de Sarracenos de la comparsa de Moros realistas iniciaron su cincuenta aniversario con una fotografpia gigante de su primer desfile.

Las ganas de fiestas se mantuvieron en este desfile como si de un día 5 -el primero de las fiestas- se tratará. La mala climatología ha contenido la alegría de los festeros durante todos los días y, ayer, la salida del sol provocó que la alegría se colase por todos los rincones del desfile, a pesar de ser el último de este año. Con el pasodoble de Alberto Pardo, los Moros Nuevos realizaron su peculiar «caracol» en la Plaza de Santiago. Los más de 1.000 socios de la segunda comparsa del bando moro desfilaron en forma de rueda en la plaza, mientras la banda interpretaba la composición «Día 4 que fuera», al tiempo que lanzaban sus gorros fez al aire gritando «y lo pasao, pasao».

A las siete de la mañana se iniciaron ayer los actos de despedida de la Virgen de las Virtudes. Las catorce comparsas acompañaron a la Patrona hasta el paso a nivel del ferrocarril en la calle La Virgen, donde le dijeron adiós entre salvas de arcabucería y ruedo de banderas. La intensa niebla y la pólvora crearon un manto blanco a través del que apenas se pudo ver cómo la patrona se despedía de su pueblo.

Mientras centenares de romeros acompañaron a la Virgen de las Virtudes hasta su altar en el Santuario, los festeros celebraron su último almuerzo, uno de los más multitudinarios de los días de fiestas. Tiene la particularidad de que en el plato no pueden faltar las sardinas, los huevos fritos y los pimientos blancos.