Después de perder del castillo de la Atalaya, el bando de la cruz entró con fuerza por las calles de Villena cargado de marchas cristianas e impresionantes boatos en la Cabalgata que tuvo lugar entre la noche del domingo y la madrugada del lunes. Por primera vez, la comparsa Cristianos, que abre tradicionalmente el desfile, optó por dejar de lado el pasodoble y desfilar al son de la marcha cristiana. La decana de los Moros y Cristianos de Villena abrió el desfile con el embajador de las huestes de la cruz, que acababa de perder la primera de las batallas.

La comparsa Cristianos pusieron los mimbres de una Cabalgata espectacular con distintos boatos y ballets. Detrás, los Almogávares llegaron precedidos de una comparsa hermana de Sax, los Alagoneses. Con el pasodoble «Pasan los Ballesteros», los cargos festeros de estas comparsas llegaron a La Corredera dispuestos a disfrutar de un desfile que la climatología, finalmente, respetó con una hora de retraso después de un día en el que se registraron intensas lluvias.

Las cuatro estaciones del año junto a su actividades agrícolas inició el paso de los Maseros. La siembra, la siega, la vendimia y la oliva son las labores del campo que tuvieron reflejo en su alegoría.

La contundencia del pasodoble «Ecos Españoles» anunció la llegada de los Contrabandistas. Así llenaron la alegría y colorido el recorrido. Sus escuadras especiales así como sus cabos procuraron al desfile una gran espectacularidad.

Tras ellos, los cargos de los Marinos Corsarios surcaron las calles en una majestuosa carroza, que impresionó al público que, todavía, aguardaba sentado en las tribunas ataviados chaquetas y ropa de abrigo debido a la húmeda madrugada que se vivió en Villena.

Los Estudiantes devolvieron a la Cabalgata, después de algunos años sin él, el bloque Cervantino. Embozados con capas, alguno de sus socios pusieron un toque distintivo en una comparsa que se caracteriza por la ausencia de escuadras especiales en sus filas.

Después, con la comparsa de Piratas le llegó el turno al bando moro. Algunos de sus socios no pararon de gritar frente a la tribunas de autoridades, hasta que conseguieron que el alcalde, Javier Esquembre, saltará mientras ellos se lo pedían.

Las agrupaciones de la media luna derrocharon originalidad y colorido. A pesar de las altas horas de la madrugada, los miembros del bando moro estaban dispuestos a que quienes todavía ocupaban sus asientos no se durmieran. Cuentos de la mil y una noche, sueños de aladino o crueles tribus africanas se sucedieron a lo largo de la noche acompañando a las comparsas de Bereberes, Nazaríes y Realistas.

Las impresionantes marchas moras dejaron hueco a los pasodobles entre las filas de la media luna. Nazaríes, Bando Marroquí, Moros Nuevos y Moros Viejos optaron por sacar a sus bloques con alegres pasodobles. Una forma de animar al público, que al filo de las cinco de la madrugada, todavía, tenía ganas de fiestas. Al paso de los Moros Viejos, los más jóvenes les jaleaban cantando la letra de su pasodoble «150 aniversario Moros Viejos».

La lluvía retrasa el acto

Desde la media tarde del domingo los móviles eran el mejor sistema de contacto entre los festeros, que veían como la lluvia no paraba mientras se acercaba la hora de comenzar el acto programado para las 21.00 horas. A las ocho de la tarde, los presidentes de las 14 comparsas se reunían en la Casa del Festero, sede de la Junta Central de Fiestas, para decidir si continuar con el desfile o aplazarlo por el mal tiempo. Finalmente, se optó por retrasar una hora su inicio. En ese momento, las escuadras especiales, que habían estado esperando la decisión, se ponían manos a la obra. Algunas de ellas precisan más de 45 minutos para colocarse el costoso traje cargado de metales.

Los nervios se vivían en los minutos previos a las diez de la noche. Alguna gota de lluvia cayó pero la Banda Municipal arrancó las primeras notas y los festeros respiraron tranquilos. La fiesta y el jolgorio estaba en la calle y fueron imparables hasta pasadas las cinco de la madrugada.