Acceder al casco urbano de Villena por la calle Nueva es toda una osadía. Los vecinos que transitan por esta vía de la ciudad, la única que conecta el centro con el barrio San Francisco, se quejan de la estrechez de las aceras del último tramo de la calle, lo que dificulta el paso de peatones.
Este último tramo de la calle es utilizado diariamente por numerosos vecinos, al ser la única vía con aceras que conecta la centro urbano con el barrio San Francisco que se ubica en la carretera de Biar y con el polideportivo municipal, debido a que la vía paralela -Rosalía de Castro- no dispone de aceras. Ante esta situación, los vecinos de la zona alertan del riesgo que corren al transitar por esta parte de la calle, donde dos personas tienen dificultades para cruzarse. Además, explican que por la estrechez de las aceras tienen que bajarse a la calzada, incluso con carritos de bebés y bolsas de la compra, lo que les pone en riesgo de un posible atropello. Paralelamente, los vecinos denuncian la velocidad con la que algunos coches acceden al casco urbano por esta vía.
Las dificultades de acceso no son nuevas. Se repiten legislatura tras legislatura, sin que ningún gobierno haya tomado cartas en el asunto. Además, con la reordenación del tráfico en la calle Rosalía de Castro, operativa hace dos meses, los problemas para los peatones han aumentado en este punto de la ciudad, según los vecinos, al haber crecido el número de vehículos que circulan por el mismo. Ahora, los coches procedentes de la Autovía A-31 no pueden acceder a Villena por la calle Rosalía de Castro, lo tienen que hacer obligatoriamente por la avenida de Alicante, por lo que se ha incrementado la circulación en la calle Nueva y los peligros para los peatones.
