La Fiesta de San Antón en nuestra ciudad se viene celebrando desde hace muchos años, nuestro Santo ha tenido y tiene una gran advocación por parte de los eldenses, de tal manera que estamos convencidos que pudo nacer este ritual en los primeros años del siglo XVII. Debemos de pensar que nuestra villa en aquellos momentos era una sociedad eminentemente campesina, con unas características muy determinantes y los dirigentes de la Iglesia también buscaron en la Elda rural como un lugar idóneo para implantar el cristianismo, y por supuesto a un santo que pudiera proteger de enfermedades y epidemias a los habitantes de la villa.

En nuestro caso fue San Antonio Abad, más conocido por San Antón, el que ha recibido un gran respeto por parte de los eldenses de muchas generaciones, a los cuales en determinados momentos ha cuidado y protegido.

Lógicamente tenía que existir un ritual religioso y lúdico para festejar toda esta situación, incluso también disfrutamos del barrio de San Antón que se construyó al finales del siglo XVII.

Don Emilio Castelar en su librito titulado Recuerdos de Elda o las Fiestas de mi pueblo hace un pequeño comentario sobre la Fiesta de San Antón, y un amplio texto sobre la Fiesta de Moros y Cristianos. Sobre la primera nos comenta:

"Si el tamboril o la dulzaina salían por las calles, no resonaban como aquel tamboril y dulzaina de mi aldea, que en la Fiesta de San Antón congregaban todo el pueblo en torno a las hogueras y hacían bailar las parejas a su compás moruno con gravedad que no excluía ni la ligereza ni la gracia."

Nos adentramos en el siglo XX y nos situamos en 1913, cuando dicha Fiesta empezó a coger un auge muy significativo, como lo demuestra Alberto Navarro en su libro Las Fiestas de Elda de una crónica de El Diablo Lápiz, un corresponsal anónimo que escribió en un periódico de Alicante el 24 de enero, que dice:

"El sábado por la noche hice mi entrada en la placeta de San Antón, encontrándola artísticamente engalanada de ramaje y alumbrada a la veneciana.

A medida que la hora avanzaba hacíase imposible el transitar por entre aquella masa de carne humana que se apretujaba y pisoteaba con la avidez propia del que deseaba presenciar los festejos.

Llegó la hora de trasladar al Santo desde el altar provisional que en una casa particular se alzó por estar derribada la ermita en que se venera, echáronse al vuelo las campanas, disparóse una larga traca y dos piezas de fuegos de artificio; la Banda Santa Cecilia lanzó al espacio las notas de bonitos pasodobles que se aplaudían con entusiasmo, y partió la comitiva detrás del Santo que la componían D. Arturo Sempere, otros señores y autoridades. Recorrió las calles de ritual, siempre tocando la banda que dirige el maestro Gorgé, y a intervalos la dulzaina y el tamboril.

Cuando llegó a la plaza conocida como la del Hospital, disparóse otra pieza de fuego artificial y dos a la llegada frente a la iglesia parroquial de Santa Ana.

El domingo por la mañana se celebró la fiesta religiosa de la conducción del Santo a la ermita en procesión, como también misa a toda orquesta, en la que predicó D. Baldomero Alonso.

Por la tarde concurrimos al barrio de Santa Bárbara en donde tenían que celebrarse las carreras."

Las carreras a las que se refiere el corresponsal fueron las carreras de caballos, a la vez que especifica los premios a los ganadores: El primero recibió cien pesetas, el segundo un hermoso pollo, y el tercero se llevó veinticinco pesetas.

También hubo una carrera a pie u otra en bicicleta. En ambas los premios eran mucho más pequeños que los entregados a los jinetes ganadores.

Todavía faltan algunos importantes actos que pasamos a transcribir:

"En la Plaza de la Constitución hubo cucañas que también estuvieron muy animadas. Y por último en la calle Nueva, hubo carreras de sacos, que fueron la nota cómica de la tarde.

Por la noche, después de encenderse la clásica hoguera en la Plaza de la Constitución, disparóse un bonito castillo de fuegos artificiales frente al Teatro Castelar."

Hemos podido comprobar la importancia de esta Fiesta en honor a San Antonio Abad, la cantidad de eldenses que participaban en dicho ritual, y una serie de actos muy populares que en la actualidad también estamos viviendo muy efusivamente.

Afortunadamente esta Fiesta se va revalorizando continuamente y aunque se hayan perdido algunos actos, como por ejemplo las carreras, que lógicamente en el siglo XXI no tienen sentido, es verdad que los eldenses disfrutamos todos los años de algunas tradiciones muy bonitas en homenaje a San Antón, y por supuesto la Media Fiesta, unos momentos que todos los festeros están deseando para retomar el espíritu que practican durante la Fiesta de Moros y Cristianos, a finales de mayo o principios de junio.