A los villeneros les gusta sentir los timbales y trompetas pegados al oído, contemplar las telas y los detalles de los bordados de los trajes de los festeros de las catorce comparsas y percibir el olor a «alábega», la típica albahaca que se distribuye por cada rincón de la población.

Villena vive sus fiestas en la calle, donde se pueden sentir, ver y oler en estado puro las celebraciones en honor a la Patrona, la Virgen de las Virtudes.

Un hecho que constata el gusto de los villenenses por vivir la Fiesta en la calle es el incremento de las tribunas privadas que grupos, tanto de festeros como de ciudadanos, alquilan para ver los desfiles que se realizan a lo largo de los cinco días de Moros y Cristianos. Además, 10.000 sillas de venta directa se distribuyen a lo largo del itinerario de los desfiles, desde la calle Corredera hasta la avenida Constitución, intersección con la plaza María Auxiliadora.

El presidente de la Junta Central de Fiestas, Antonio Navajas, afirmó que este año se ha desbordado todas las previsiones, «y se han triplicado el número de tribunas privadas alquiladas para ver los desfiles. Cuarenta tribunas cerradas, con un mínimo de veinte localidades para distintos grupos se han habilitado en esta edición».

Las tribunas se han convertido en un punto de encuentro para los villeneros, donde se desplazan para disfrutar de los desfiles, no perderse ni un detalle, al tiempo que degustan las pastas típicas y se toman «un calentico».

En esto de ver los desfiles, también existen preferencias sobre los lugares donde contemplarlos. Según indica Antonio Navajas, las calles Corredera y Luciano López Ferrer son las más demandas.

También hay vecinos que se quejan del incremento de sillas y tribunas, porque dificultan la contemplación gratuita de los desfiles.