Los propietarios de pisos y los comerciantes de algunas calles del barrio de San Francisco de Sales y Adyacentes de Elda llevan meses haciéndose cargo, con sus propios medios y recursos, de las tareas de mantenimiento, poda, abono, fumigación, replantación y riego de las zonas ajardinadas públicas municipales que hay frente a sus edificios.

La falta de mantenimiento por parte del Ayuntamiento de Elda y el caso omiso que, según denuncia la asociación vecinal, vienen recibiendo a sus numerosos requerimientos ha llevado a algunos vecinos y comerciantes del barrio a tomar la decisión de convertirse en improvisados jardineros. Pero también los hay con menos tiempo y destreza que están optando por contratar los servicios eventuales de jardineros -a 12 euros la hora- para que sean ellos quienes corten los setos y mantengan las zonas ajardinadas en las condiciones debidas. Y no sólo por motivos de estética y salubridad sino también por seguridad.

Pero esta situación, aunque está extendiéndose entre el vecindario durante los últimos meses, no es nueva. En algunos casos se remonta al menos tres años atrás y los afectados aseguran haber denunciado en numerosas ocasiones ante los responsables municipales «la descuidada imagen» que ofrece el barrio.

Desidia en San Francisco

Una desidia que, según explicaba ayer a este diario la presidenta vecinal Luisa Payá, también tiene mucho que ver con la falta de limpieza de las calles y del alcantarillado, el cuidado de los parques, la reparación del mobiliario urbano deteriorado, el reasfaltado de las calles, la sustitución de las aceras en mal estado y el mantenimiento de los solares municipales en perfectas condiciones.

Y pone como ejemplo el solar municipal anexo a la parroquia de San Francisco. «Por desgracia este transitado lugar, en el que se podría haber hecho una bonita zona verde con muy poco dinero, se ha convertido en un "cagadero" de perros y en un basurero urbano y lo que pedimos es que, al menos, el Ayuntamiento lo valle y lo mantenga limpio tal y como exige a los propietarios de cualquier solar bajo amenaza de multa», añade la responsable vecinal mientras Francisca Martínez recuerda que «en más de una ocasión hemos tenido que limpiarlo los propios vecinos en las vísperas de las Fiestas Mayores porque daba pena». Ella es, además, una de las improvisadas jardineras del barrio.

Y puede que sea, además, una de las vecinas que más dinero privado está invirtiendo en mantener el jardín público de su calle. «Como el riego por goteo no funciona bien me estoy gastando un dineral en sacar cubos de agua de mi casa para regar el seto porque si por el Ayuntamiento fuera ya se abría secado seguro», señala. Pero no es lo único. También compró las dos palmeras que cuida con mimo y mostraba ayer con orgullo en la puerta del edificio donde vive.