Los nombres y apellidos de los 108 aspenses fallecidos durante la Guerra Civil, tanto del ejército nacional como del republicano y algún miembro de la Iglesia fusilado en la contienda, serán grabados en un atril que se instalará en la fachada lateral de la Basílica de Nuestra Señora del Socorro de Aspe. Justo donde se encuentran las placas de mármol colocadas por decreto en 1945, en plena dictadura franquista, donde figuran los nombres, únicamente, de quince caídos del bando falangista. Nombres que se mantendrán al igual que la cruz pero no así el emblema falangista del yugo y las flechas, la frase "Caídos por Dios y por España" y la expresión "José Antonio Primo de Rivera ¡Presente!" que van a ser eliminadas.

Es la decisión que ha tomado el equipo de gobierno de Aspe que forman PSOE-EU, con el beneplácito del Obispado y del párroco del templo, para tratar de encontrar una solución conciliadora tras el debate que se abrió en agosto respecto al incumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica. Debate que surgió cuando el jubilado socialista José Gallego, que tiene 72 años de edad, fue sorprendido por un agente de la Policía Local subido en una silla tachando con spray rojo los nombres del pequeño "Valle de los Caídos" de la basílica de Aspe.

La solución propuesta por el Ayuntamiento ha obtenido el visto bueno de la junta de patrimonio histórico y está a expensas de ser ratificada a través de la firma de un convenio con el Obispado. También las consultas realizadas a expertos y catedráticos de las Universidades de Alicante y Zaragoza han dado validez a la medida que se hará efectiva en semanas.

Familiares de las víctimas quieren mantener el legado

El alcalde Manuel Díez se dirigió en septiembre a la Diócesis de Orihuela-Alicante para reclamarle el cumplimiento efectivo de la Ley de Memoria Histórica que prohíbe la existencia de símbolos franquistas en los edificios públicos. Según informaba ayer el primer edil, desde el Obispado se dio luz verde a la eliminación de estos símbolos y únicamente se pidió que se consultara a los descendientes de los quince fallecidos cuyos nombres figuran en la fachada de la basílica. Cumplida la petición muchos de los familiares han comunicado al alcalde que no tienen ningún inconveniente en que se quiten las placas de sus fallecidos. Sin embargo otros quieren que se mantenga el legado. Así las cosas el primer edil ha optado por una decisión salomónica: "no quito a nadie pero pongo a todos los que no están".