El caserón del siglo XVII situado en la finca de Elda en el que el primer marqués de Lacy pasó largas temporadas a mediados del siglo XIX se encuentra inmerso en un proceso de irreversible ruina debido al abandono municipal que arrastra desde hace décadas. Una desidia política que se ha visto favorecida por la falta de protección administrativa del inmueble.

El interior de la mansión ofrece una desoladora imagen de techos colapsados, vigas rotas, suelos arrancados, paredes derrumbadas, pintadas, escombros, suciedad, butrones y expolio.

Sin embargo, el amplio edificio todavía conserva vestigios señoriales, restos de frescos, de ornamentos y elementos arquitectónicos, que dan fe de la importancia que 200 años atrás tuvo la hacienda a la que el marqués Salvador de Lacy y Pascual de Bonanza accedió en el año 1856 a través del legado familiar que recibió su esposa, la heredera parcial de la finca Manuela Reig.

En el Ayuntamiento de Elda ni el anterior equipo de gobierno socialista ni el actual equipo de gobierno popular han mostrado interés alguno, más allá de los incumplidos anuncios de restauración y de las pequeñas obras de "parcheado" de los alumnos de una escuela taller, por conservar un inmueble histórico que formaba parte de una extensa explotación agrícola situada a orillas del río Vinalopó, en la partida de La Jaud, y en la que según consta documentalmente llegaron a plantarse 6.000 olivos. Desde 2003 la Finca Lacy se encuentra enmarcada dentro del polígono que lleva su mismo nombre. Una ambiciosa actuación industrial que fue desarrollada por el Sepes durante el mandato del alcalde socialista Azorín en terrenos previamente adquiridos y cedidos por el Ayuntamiento con tal fin.

La asociación que vela por la defensa del patrimonio histórico y cultural de Elda, Mosaico, lleva reivindicando la urgente rehabilitación del noble caserón desde que el grupo se fundó en 1992. Sin embargo, ni antes el PSOE ni ahora el PP han hecho nada por conservarlo hasta el extremo de que su recuperación se vislumbra ya inviable.