Tiene sus calles, sus aceras, sus farolas, su zona de aparcamiento perfectamente delimitada, sus rotondas, señales horizontales y verticales de tráfico, red de recogida de aguas pluviales, transformadores eléctricos, zonas ajardinadas e incluso su parque con sus bancos. Pero le faltan las casas. "Es un cuerpo sin alma", dicen algunos veteranos vecinos del barrio limítrofe de Huerta Nueva. Otros más jóvenes y menos dados a la lírica lo llaman "el barrio fantasma".

Lo cierto es que el área de urbanización prioritaria de suelo del sector Torreta-Casa Colorá de Elda terminó de urbanizarse en el año 2007, y desde el año 2007 está en fase durmiente. Le pilló de lleno la crisis del ladrillo -su príncipe azul- y la empresa urbanizadora, el grupo Dragados, cumplió con todas las exigencias impuestas por el Ayuntamiento pero decidió darse un tiempo prudencial a la espera de que alguien pinchara la burbuja inmobiliaria. Pero nadie lo ha hecho de tal modo que ahí permanece una urbanización de 97.711 metros cuadrados de superficie totalmente vallada y con un guarda fijo día y noche. Un vigilante que ha evitado, lo que precisamente no se ha podido evitar en otras zonas de la ciudad, que los ladrones del metal arramblen con toda la instalación eléctrica del alumbrado público en busca del preciado cobre y, de paso, también con el mobiliario urbano susceptible de ser destrozado para vender el hierro forjado como chatarra al peso.

Pero el destino de la urbanización parecía acercarse a un final feliz en noviembre de 2009. El promotor, la mercantil Dragados perteneciente al grupo ACS que dirige el actual presidente del Real Madrid, solicitó al Ayuntamiento introducir cambios en el proyecto sin alterar lo dispuesto en el PGOU para que los 374 bungalows adosados de renta libre, que estaba previsto construir en principio, pasarán a convertirse en 502 viviendas de protección oficial repartidas en edificios de cinco alturas y entresuelo. Bloques plurifamiliares dispuestos en manzanas abiertas al estilo del Sector 9 de Elda. Pero todo ello sin variar la edificabilidad, que sigue situándose en los 52.256 metros iniciales, ni alterar los 11.637 metros de terrenos destinados a terciario. El Ayuntamiento dijo sí atendiendo al informe favorable de la oficina técnica municipal, pero desde entonces ha pasado un año largo y la urbanización durmiente sigue esperando el beso del ladrillo para despertar del sueño y acabar la historia con un final feliz.