Veinticinco kilos de dinamita no se encuentran todos los días. Y menos por pura casualidad durante un tranquilo paseo por el campo. Eso es precisamente lo que le ha ocurrido a un excursionista en el paraje noveldense de Montagud. El material explosivo se encontraba almacenado en el cobertizo de una casa de campo abandonada desde que su propietario falleció años atrás. Llamado por la curiosidad, el autor del hallazgo accedió a la finca y, al inspeccionar el viejo cobertizo, encontró diez pequeñas cajas de cartón apiladas en el suelo. Cada una de ellas contenía 2,5 kilos de dinamita con un 20% de nitroglicerina. Un compuesto líquido altamente explosivo y muy sensible a cualquier movimiento, lo que hace muy difícil su manipulación si bien se le suelen añadir sustancias como el aluminio para conseguir aumentar su estabilidad y evitar, así, explosiones incontroladas.

Al percatarse del peligro que presentaban esos "extraños paquetes", el excursionista avisó rápidamente a la Guardia Civil y una patrulla del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) se personó en el lugar. Los agentes pudieron comprobar entonces que la dinamita apenas tenía ya riesgo porque podía apreciarse, a simple vista, que sus componentes presentaban un aspecto muy envejecido y deteriorado. Las investigaciones posteriores han permitido confirmar este extremo dado que, según se ha podido averiguar, todos los cartuchos fueron almacenados en la finca durante la década de los 60. Años en los que se realizaron varias voladuras subterráneas controladas en la partida de Montagud en busca de piedra natural. Los resultados obtenidos no fueron positivos y el equipo técnico decidió dar por finalizadas las catas olvidándose, posiblemente, de la dinamita que no había sido utilizada. En cualquier caso, el Juzgado de Novelda ya ha sido informado de los hechos y los Tedax de la Guardia Civil se han llevado el explosivo para examinarlo.