Mamá, estoy bien. No te preocupes", fue lo primero que dijo Nuria Carrillo Sánchez desde Haití a su familia, en Elda, que llevaba horas esperando su llamada tras el devastador terremoto. Esta joven cooperante no va a volver, pese a que el Gobierno español le ha ofrecido regresar en alguno de los aviones que se están fletando tras la catástrofe que ha asolado el país. Aunque las comunicaciones telefónicas con Haití son muy complicadas y de escasa calidad, esta asesora fiscal eldense de 27 años deja muy claro por qué: "Me quedo aquí. Vine para ayudar y ahora es cuando más falta hace. No me puedo ir de Haití", explicó ayer a INFORMACION mientras viajaba en moto por el norte del país, en la frontera con la República Dominicana. Allí están llegando oleadas de heridos desde la capital, ya que Puerto Príncipe está en ruinas y el paso fronterizo del sur, colapsado por los haitianos que huyen en busca de atención médica y alimentos.

Sus padres, Francisco Javier y Manuela, están orgullosos de la labor que está desempeñando y afirman que ella se encuentra bien físicamente, aunque anímicamente está muy tocada por lo que está viviendo. A pesar de ello, telefónicamente Nuria se muestra muy firme en sus convicciones y piensa seguir adelante con su trabajo en la ONG belga Volens.

El seísmo no se ha sentido con tanta intensidad en el norte del país, donde se encuentra Nuria. Relata que "aquí sólo se notó un fuerte temblor pero ya está. Además, al no haber edificios tan altos, los daños no han sido grandes. El problema es que los efectos en la capital han sido catastróficos. Puerto Príncipe está colapsada. Los bancos estaban allí y todos están bloqueados, están subiendo los precios de todo, como por ejemplo en el transporte, gasolina y energía. Falta de todo y la gente huye hacia aquí. Hoy llevamos desde las 7.00 de la mañana recibiendo heridos en la población de Ouanaminthe, y los más graves los derivamos a la República Dominicana".

Afirma que en la vecina localidad de Dajabón, al otro lado de la frontera, hay hoy un maratón para recoger medicamentos, comida y todo lo que pueda servir para aliviar el drama que está sufriendo este rincón olvidado de América, un país ubicado en una isla compartida con uno de los destinos turísticos más importantes del Caribe, la República Dominicana, pese a lo cual Haití pasa por ser el estado más pobre del continente.

Nuria recuerda que "en agosto visité el país y la experiencia me impactó tanto que decidí dejar mi trabajo en Elda y regresar en noviembre con una ONG. Entonces ya hacía falta mucha ayuda, la situación era muy grave, pero ahora es aún más dramática y la crisis va a ir a peor".

Por eso se queda allí, para preparar campamentos, auxiliar a los haitianos y canalizar la ayuda internacional, recordando que "todo lo que envíen será poco, pero bien recibido".