Los trabajadores del Juzgado de Villena son conocedores de la "mala fama" que este destino tiene entre funcionarios, abogados, procuradores, secretarios judiciales y jueces de toda la Comunidad Valenciana por la falta de personal y medios. Una situación que vienen soportando desde hace años y que afrontan con dosis iguales de desesperación, desmotivación y resignación tras comprobar que todas sus solicitudes ante la Conselleria de Justicia reciben la misma contestación: no hay dinero. El problema se reconoce pero no hay dinero. Bajo este planteamiento no sorprende, por tanto, que los funcionarios del Juzgado de Vigilancia Número 2 hayan tenido que utilizar unas puertas de desecho para "inventarse" una estantería y así evitar tener que dejar todos los expedientes en el suelo.

Pero no es lo único. Los funcionarios de la última planta, donde también se encuentra el Servicio Común de Notificaciones del centro penitenciario de Villena, se tienen que llevar los radiadores y estufas de sus casas si no quieren pillar una pulmonía porque la calefacción no funciona. Llevan seis años esperando una solución que nunca llega. En la sala de videoconferencias sólo hay electricidad en un enchufe; en el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria los botes de insecticida comparten espacio con los ambientadores para combatir la plaga de hormigas que aparece y desaparece de forma caprichosa y los malos olores tipo "piara de cerdo", según describe una funcionaria. Al menos ahora cuentan con ascensor tras tres años de reclamaciones y varios artículos de prensa. Sin embargo se mantiene en cada juzgado una sola línea telefónica y el servidor informático -situado junto a la mesa de trabajo- es tan obsoleto, -"va a pedales" según indica una funcionaria-, que los ordenadores se bloquean "cada 2x3" a pesar de que hace sólo unos días se instalaron nuevos equipos.

La falta de espacio es otro de los problemas a los que se enfrenta un edificio judicial con barreras arquitectónicas que el próximo 30 de diciembre inaugura su tercera sala. Para apreciarlo basta con entrar al archivo del Juzgado Número 1 -donde las ratas campan a sus anchas- o visitar el pequeño cuarto donde el Registro Civil y el Decanato luchan por un "espacio vital" entre armarios desvencijados y cientos de expedientes que forman pilares hasta el techo.

Si las carencias materiales son graves mucho más lo son las que afectan al personal. A los dos juzgados de Primera Instancia e Instrucción les falta históricamente un funcionario, por lo que los doce que hay soportan un volumen de trabajo que excede en un 50% al que tienen asignado. Así lo advirtió en 2004 una inspección del Consejo General del Poder Judicial que instó a la Conselleria a enviar unos refuerzos urgentes que, sin embargo, sólo han tenido carácter provisional. Todo ello ha hecho que el colapso judicial de Villena haya adquirido un carácter crónico a pesar de que son muchos los funcionarios que trabajan por las tardes e incluso acuden algún fin de semana, sin cobrar un solo euro por ello, con la misión imposible de paliar los retrasos y el caos que sufren los ciudadanos. Un servicio que mantiene la misma plantilla a pesar de que su partido judicial ha aumentado en población hasta superar los 50.000 habitantes y que, en un corto espacio de tiempo, ha tenido que multiplicar sus funciones con la cárcel, el centro de menores y el geriátrico. Dos ejemplos: En lo que va de año el Número 2 de Civil ha tramitado más 816 demandas y el de Penal más de 3.000 diligencias previas. Y todo ello sin fiscal propio, que es otra necesidad apremiante.

El problema se reconoce pero la Conselleria no tiene dinero para que el municipio de Villena deje de ser considerado la "oveja negra" de la Justicia en la Comunidad Valenciana.