U na decena de estudiantes primerizos decidieron el pasado martes meterse en harina. Aunque muchos no se conocían entre ellos, pronto hicieron buenas migas ante la amabilidad y los buenos consejos que las cocineras de la cafetería del edificio Altabix, Nuria Sánchez y Piedad Escudero, les brindaron.

Ambas expertas hicieron de profesoras durante unas horas a estos alumnos, eso sí, muchas más chicas que chicos, interesados en dar sus primeros pasos en el arte culinario. Para muchos era el primer contacto con unas cocinas donde a diario se preparan almuerzos para cientos de personas.

Desde la cafetería del edificio Altabix se matizaba que «aquí no van a aprender a cocinar, porque el curso es muy corto para ello. Pero sí que van a recibir nociones básicas sobre manipulación, preparación y conservación de alimentos».

De hecho, el curso se denomina «Gastronomía básica universitaria» y con cuatro horas de duración y alguna clase más de protocolo a la mesa, tampoco se busca conseguir milagros al plato.

Lo que sí se intenta es que los jóvenes sepan hacer una compra correcta, conservar los alimentos de forma adecuada, familiarizarse con los utensilios y el menaje, vigilar la higiene y conocer la pirámide nutricional de los alimentos.

María García, de primero de Periodismo, señala que «es algo nuevo y quiero aprender a cocinar un poco, además de que nos dan un crédito. Pero en cualquier caso no es el típico curso universitario, por ejemplo de Derecho, al que estamos acostumbrados, y por eso me apetecía».

María Isabel García, de primer curso de Ingeniería de Telecomunicaciones, también remarca que además del crédito de libre configuración que se consigue con este curso «también me interesan las clases de protocolo, sobre cómo comportarse en la mesa y que luego nos impartirán en el edificio La Galia».

Por su parte, Irene García de primero de Medicina, que se estudia en el campus de Sant Joan, había decidido matricularse en este curso en Elche «porque me gusta cocinar y sólo tengo unas nociones básicas».

Las tres, junto con el resto de asistentes siguieron las explicaciones de las cocineras a la hora de cortar la carne, dejar listo un pescado antes de cocinarlo, preparar una ensalada o adentrarse ligeramente en el mundo de la paella o la pasta.

«Hay chavales que tienen un piso alquilado y se enfrentan por primera vez a cocinar fuera de casa», explican desde la cafetería de la universidad.

Entre ingredientes y con muy buen humor, las improvisadas profesoras descubrieron a los alumnos, que sustituyeron por unas horas los apuntes y los libros por el aceite y la sartén, que cocinar no es tan difícil y tampoco requiere tanto tiempo, y que con unas indicaciones básicas prácticamente cualquiera puede convertirse en chef de su casa.