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Joan Antoni Oltra Soler

Opinions des d'Elx

Joan Antoni Oltra Soler

El ave acumula la inversión y las cercanías las promesas

Hace unos días, la AIREF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal), ha emitido un informe sobre lo que ha supuesto la inversión pública española en el AVE, y su incidencia en el ferrocarril convencional.

Es importante resaltar que este informe demuestra el impacto que ha tenido el haber apostado por esta modalidad de transporte ferroviario, y las consecuencias que se han derivado para el resto de la red ferroviaria y los consiguientes retrocesos que, en cuanto a movilidad, han padecido los usuarios de este transporte.

Es algo que, desde sus inicios, muchos colectivos ecologistas y ciudadanos venían advirtiendo: Los recursos públicos hay que administrarlos con rentabilidad social y en beneficio del interés general. Es verdad que el AVE es un tren muy moderno, rápido y bonito en su diseño. Pero también es caro, necesita unas infraestructuras propias con elevados costos. Una vez inaugurado el de Madrid-Sevilla, para la Expo de 1992, todo político que se preciase exigía tener un AVE en su Comunidad, provincia y, a veces, hasta por su pueblo. Y al que se oponía a todo ello se le decía que estaba anticuado, que aquello era el progreso y se vendió tan bien el proyecto que hasta gente que nunca lo utilizará lo defendía apasionadamente. Un éxito de marketing. Socialmente ha sido todo lo contrario.

España es, tras China, el país del mundo que tiene más kilómetros de red AVE. Más que EE UU. De Servicios Sociales, Atención a la Dependencia, Sanidad, Educación, etc. de eso mejor no hablar, pero en AVE volamos alto. La inversión del Estado, en AVE, hasta ahora, ha sido de 55.888 millones de euros. El costo medio de construcción de las líneas y sus estaciones ha sido de 15,3 millones de euros por kilómetro. Y, según el Plan de Infraestructuras vigente, aún se necesitan otros 73.000 millones de euros adicionales. No parece que España esté en condiciones de seguir así a pesar de lo atractivo que puede resultar para algunos. Máxime cuando la AIREF considera que, a pesar de ello, «la apuesta por el AVE ha contribuido a un aumento de las desigualdades provinciales y no se observa un incremento de la cohesión social». Analizados los actuales cuatro corredores de Alta Velocidad, dice que «los resultados globales muestran rentabilidades socioeconómicas entre nulas y mínimas en todos los corredores». Y, también dice otra cosa: «Que los costos se subestiman y los beneficios se exageran».

Y es al hablar de las Cercanías cuando la AIREF confirma las sospechas: A pesar de ser el servicio ferroviario más utilizado en España, con 562,2 millones de pasajeros en 2018, que supone el 90% de todos los usuarios del ferrocarril, la inversión recibida ha sido, en el mismo período, de 3.600 millones de euros, en contraste con los 55.888 que ha recibido el AVE.

Los resultados son evidentes, las Cercanías se degradan y pierden pasajeros. El caso de la línea Alicante-Elx-Murcia es evidente. Mientras sigue como en el siglo XIX, con una única vía y sin electrificar, con multitud de pasos a nivel, sin conexión con el aeropuerto, con locomotoras diésel contaminantes, con prestaciones tercermundistas y con una utilización masiva que aún podría ser mayor si los trenes, frecuencias y red estuvieran modernizadas tenemos, ahí al lado, una línea de Alta Velocidad construida hace varios años y sin estrenarse, a pesar de múltiples promesas, y con un apeadero en Matola desconectado de la ciudad. Siempre nos han regateado las inversiones para mejorar la línea de Cercanías.

Y, en cambio, para el AVE no sólo siempre hay dinero sino que parece que es la única preocupación de algunos: Ahora se anuncia que conectar Matola con la actual línea de Cercanías costará 37 millones de euros y el propio Consejo Asesor de Fomento, órgano del Ministerio, cuestiona dicha actuación por su alto coste y dudosa demanda existente. Y, en dicho consejo hay altos cargos del PSOE, PP y otros técnicos.

El error de apostar por el AVE, en su día, marginando a las Cercanías, y permitiendo que el apeadero se construyera tan alejado de la ciudad trae estas cosas y, lo que es peor, con más que dudosas previsiones de rentabilidad social, a pesar de enterrar tanto dinero que estaría mucho mejor utilizado en los trenes que utiliza y seguirá utilizando la mayoría, aunque no se invierta para ellos y sólo se haga para una pequeña parte.

El tren convencional en Elx no tiene un futuro claro. Más bien parece tan oscuro como el túnel que atraviesa la ciudad. El AVE por Elx puede acabar de volatilizar su necesaria modernización. Las cercanías Alicante-Elx-Murcia deberían tener más cerca las mejoras y no tan lejanas las soluciones.

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