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Óscar López Díez: «Cuando veamos el Camp Nou o el Bernabéu llenos esa estampa será el monumento a la normalidad»

Experto en Protocolo y docente en IMEP

El experto en Protocolo y Relaciones Institucionales, el ilicitano Óscar López Díez. INFORMACIÓN

P Todo ha cambiado. Incluso el protocolo y la organización de eventos. ¿Posiblemente más que nunca estos dos elementos van a ser fundamentales a partir de ahora para entidades públicas y privadas?

R Y también en el ámbito personal. Todo empieza por las formas. Antes nuestros encuentros empezaban por un apretón de manos, dos besos o la mano, el beso y un abrazo. Todos estos gestos cordiales y los saludos más cálidos están dormidos desde marzo en el plano de las formas, la etiqueta o el protocolo social. Todo eso estaba acompañado de una sonrisa, que anunciaba un encuentro ilusionante y emotivo, o de un rostro serio que era preludio de una cita dura. Subrayo todo esto porque antes unos gestos como los que decía, la sonrisa en mitad de una negociación o la mueca cómplice ante un problema, ahora están difuminados o velados por una mascarilla. Ahora volvemos a escenarios donde más que nunca es importante la palabra y hay miles de páginas escritas donde la comunicación no verbal era más determinante que una palabra. Y en el ámbito de las relaciones esto significa mucho.

P Mantener las distancias, organizar eventos con menos personas, distribuir espacios... ¿ustedes como profesionales van a ser imprescindibles en esta nueva realidad, a fin de reactivar las economías locales?

R Un evento mueve personas. En los grandes eventos además de técnicos audiovisuales, de escenografía, creativos, auxiliares del evento, seguridad, personal del catering, se cuenta con la presencia de ingenieros que con planimetría acotan espacios, itinerarios, accesos, verifican instalaciones y valoran posibles riesgos, y en función de la capacidad de la instalación y del número de puertas se establece el aforo. Ahora ese aforo yo no tiene tanto que ver con poder salir por la puerta ante una emergencia, ahora viene determinado por la distancia de las personas. Los asistentes a un evento ahora seremos eslabones sueltos. Lo que se consigue con el distanciamiento, las mascarillas, el gel hidroalchólico es no engarzar eslabones y que alguno sea portador del virus y se propague en cadena. También tenemos que aplicar estos parámetros en una pequeña boda en el jardín de una casa. Nuestro papel será ahora montar un puzzle de piezas raras a como hemos venido haciéndolo. La labor del profesional del protocolo era la de, a través de los eventos, unir y acercar, y ahora en ese acercamiento hay una gran distancia. Tendremos que jugar con los espacios y con elementos decorativos para no dar la sensación de vacío y de frío.

P Si existe un acertado protocolo en la organización de actos y eventos ¿puede ser esto clave para que los asistentes perciban seguridad y confianza y puedan repetir en el futuro, tanto como invitado o como entidad que ha confiado en los expertos del ceremonial?

R Cuando hablamos de protocolo esa palabra está atornillada a otra que es orden. Cualquier profesional de protocolo está para dar tranquilidad a los asistentes de un evento a través del orden que imprime en cualquier celebración. Ahora al orden, a la cortesía y a la buena atención hay que dar y proporcionar garantías de seguridad e higiene. Igual que se auditaba ante la organización de un evento cuestiones como la comunicación, viabilidad del proyecto..., ahora hay que analizar cuestiones de seguridad e higiene y hay que preparar respuestas y soluciones.

P La desconfianza, la inseguridad nos va a acompañar muchos meses. ¿Cómo convivir con esto en citas con aforo extenso?

R Todo está en los detalles. Si llegas a un acto, y conforme entres por la puerta, tienes ya un córner de higiene: hidroalcohol, posibilidad de cambiarte la mascarilla, o a lo mejor poner a disposición de los asistentes que la mascarilla que te entreguen pueda ir personalizada y tematizada con el evento, con los objetivos o la filosofía del evento; además, si hay personal que recuerda la regularización de las distancias, si damos tal cantidad y calidad de detalles en aras a cumplir la normativa pero sobre todo a sentirnos protegidos, la confianza crece y los miedos duermen.

P Usted recomienda no hablar de plazos o fechas concretas, sino de horizontes...

R Cumplir o fijar una fecha, en esta gestión de la incertidumbre provocada por la pandemia, es muy arriesgado o una lotería. Estar cambiando fechas continuamente genera más ansiedad que otra cosa. Hay que ser realistas. En dar con una vacuna se tarda, como mínimo, cinco o seis meses y otro tiempo de ponerla en el circuito de la sanidad. Desde el principio la línea del horizonte de final de esta pandemia para volver a la vieja normalidad yo la fijaba en octubre pero veo que habrá que moverla.

P Y también señala que la normalidad llegará cuando veamos el Bernabeu o el Camp Nou con 50.000 espectadores...

R Sin duda esa estampa será el monumento a la normalidad. Cuando volvamos a estar codo a codo en un cine, en un estadio, en un evento, habremos superado al bicho. Mientras tengamos que poner distancia entre nosotros, está claro que algo falla todavía.

P ¿Cree que esta crisis sanitaria va traer consigo para su sector más oportunidades de trabajo?

R Hay muchos trabajos cancelados y mucho trabajo en materia de eventos que se aplazó. Yo soy un optimista radical, pero también soy realista. Está claro que esta crisis ha dejado a mucha gente con el cuerpo para pocas fiestas y pocos eventos. Es paradójico, porque el sector de los eventos contribuye a la «Felicidad Interior Bruta» de un país. Soporta un ecosistema en los municipios muy grande, como hoteles, bares y restaurantes, técnicos, empresas de eventos, de azafatas, de creativos, de seguridad, de imprentas, de producción de escenarios efímeros. Te puedo llevar con el recuerdo a Benicassim con su macrofestival o a FACO en Elche con una reunión de casi mil oftalmólogos o al salón del manga en Barcelona. He puesto tres ejemplos muy segmentados, pero con denominadores comunes: gente convocada, que se encuentra e interactúa sobre su tema en un municipio y hace gasto. Yo espero grandes cosas. Steve Jobs de no haber nacido en California hubiese nacido aquí en la Costa Blanca, que es tierra de turismo, pero también de emprendimiento, del invento constante, de materializar ideas, de buscavidas y de cosechar éxitos. Seguro que nos sorprenderemos.

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