Parece un mundo al revés. Mientras el corona-virus reduce su negativo impacto, la crispación partidista en España crece a toda marcha. Los datos que, diariamente, nos facilita el Ministerio sobre la incidencia son muy esperanzadores. En cambio parece que, para algunos, hasta les sienta mal que se esté venciendo a la pandemia.

Es cierto que esto, a veces, parece un mercado persa. Aquí todo el mundo intenta pasarle el muerto al otro, nunca mejor dicho. El baile de cifras de fallecidos es vergonzoso. Las CC.AA. regatean, esconden o camuflan todo lo que pueden a sus víctimas. Nadie quiere aparecer en los primeros puestos. Seguramente nunca se sabrá, exactamente, las cifras de fallecidos reales. Entre los que murieron al principio y sin hacerles prueba alguna, y los que han "traspapelado" la causa real de su muerte después, es muy aventurado confirmar datos seguros.

Que, en pleno 2020 pase esto en nuestro país sería increíble si no lo estuviéramos viendo. Tal vez alguno diga: "en todos los países está pasando lo mismo". Y en parte es cierto. Pero eso no nos legitima el proceder al que hemos asistido. Una de las cuestiones que esta pandemia ha mostrado, en toda su crudeza, es la necesidad de una mayor responsabilidad en las competencias que, en temas de Sanidad y Servicios Sociales (Mayores), tienen las CC.AA. y, al mismo tiempo, en una necesaria capacidad de coordinación por parte del Ministerio que, hoy en día, es una estructura administrativa con mucho nombre, pero casi vacía de competencias y de medios personales y materiales, y esto es algo que, deliberadamente, muchos no están teniendo en cuenta en toda esta crisis.

Y ello sin hacer mención de los numerosos errores cometidos. Por parte de todos. Ningún gobernante los ha podido evitar. Todo el que ha tenido alguna responsabilidad de gobierno, del partido que sea, ha cometido errores, es humano y más ante algo nuevo y de este cariz. Sólo algunos "iluminados", y más después de que fueran pasando las cosas, han acertado en sus pronósticos. Es cierto que adivinar el pasado es fácil y tiene pocos riesgos. A la vista de sus antecedentes históricos, en muchos de ellos, ha sido una suerte que les haya cogido en la oposición. Sólo se les ha tenido que escuchar sus quejas, con nulas aportaciones de propuestas en la mayoría de ocasiones y unos discursos cada vez más plagados de odio, y de querer sembrar la división y el enfrentamiento entre españoles que en el de contribuir a una rápida y eficaz victoria contra la pandemia padecida. Afortunadamente, y a pesar del ruido generado, la inmensa mayoría del pueblo español ha sido consecuente y ha aceptado que, para vencer, era necesario asumir ciertos sacrificios individuales en pro del beneficio general. Cuando algunos reclaman "libertad", a veces con banderas franquistas, que ya tiene guasa la cosa, habría que plantearse: ¿libertad para contagiar a los demás?. No parece éste el momento de plantear estos temas que, realmente, encierran objetivos partidistas. Tiempo habrá.

Es hora de plantearse la batalla final contra el virus. Y estamos cerca de ganarla. Tal vez haya que pedir otra prórroga del estado de alarma. Probablemente sería la última, y en mejores condiciones para todos. Que no se desperdicie por introducir otras cuestiones ajenas. Y que el Gobierno tampoco tenga necesidad de mendigar una votación favorable en un tema como éste. Si las derechas van a lo suyo, coincidiendo en el voto, curiosamente, con los independistas catalanes, que ya es coincidencia, tampoco es bueno que alguna fuerza valencianista, aproveche la crisis de la pandemia para reivindicar temas pendientes al País Valencià, acabando por unir su voto negativo a aquellos.

El proceso de reconstrucción de nuestro país está ahí. Es urgente abordarlo. El Gobierno PSOE-UNIDAS PODEMOS ha hecho una seria apuesta por evitar que todo el peso de la crisis recaiga sólo en las clases populares. Los ERTE, ayudas a autónomos, créditos, etc. son hechos novedosos y positivos. Los que ahora critican tanto nunca lo hicieron, y de eso hace poco. Parece que hay memoria selectiva en algunos temas.

Debatamos sobre lo ocurrido pero, especialmente, sobre el futuro que tenemos delante y en la perspectiva de que todo el pueblo español salga más unido y más fuerte para afrontar los retos que tenemos de forma inmediata. Si lo hacemos bien, el costo será menor para todos y todas.