La pandemia del coronavirus está causando estragos a todos los niveles. El ritmo de personas infectadas, aunque parece disminuir, sigue sumando nuevas víctimas diariamente. Con datos del pasado martes, en España, eran más de 140.000 personas contagiadas, de las cuales casi 14.000 habían fallecido y algo más de 43.000 la habían superado.

Son cifras que crecen todos los días y, a pesar de que el ritmo de crecimiento se atenúa, aún se ve muy lejana la fecha en que podremos considerar que hemos vencido a esta enfermedad. Y no puede relajarse en exceso la situación por temor a recaídas o nuevos brotes. Tampoco tenemos certeza de cuántas personas están infectadas y sin detectar, ya que no se han podido hacer las pruebas pertinentes. Por ello es tan urgente intensificar el máximo control sanitario a la población, así como la disponibilidad de equipos que eviten contagios, especialmente entre poblaciones o colectivos de riesgo.

Y hay que aprender de lo que ha pasado para que no se repita. No sólo lamentarlo, sino poner soluciones. A la Sanidad Pública no se le puede volver a maltratar como se ha hecho. Y el Estado necesita de recursos económicos para políticas de prevención y asistencia adecuadas. No se le pueden exigir muchas cosas si, simultáneamente, se ha venido predicando que hay que bajar impuestos y alardear de ello (aunque, curiosamente, casi siempre los más beneficiados de estas prácticas son los que más tienen), como vienen haciendo responsables del trío de derechas: Ciudadanos, PP y Vox. Si no se recauda y más al que más tiene, pocos milagros se pueden esperar de un Estado que, cuando interesa, hay que adelgazarlo y, en otras ocasiones, tiene que atenderlo todo. Es una política demasiado selectiva.

El desempleo provocado por el coronavirus es todo un ejemplo: El pasado mes de marzo aumentó el paro en 302.265 personas, y la Seguridad Social perdió casi 900.000 cotizantes. Y no están sumadas las, en ese momento, alrededor de 1,5 millones de personas afectadas por ERTE. Y recordemos que la crisis del corona-virus sólo afectó a los últimos 14 días del mes. Ha sido un desplome total y no se ha acabado. Las consecuencias sociales pueden ser tremendas para muchísima gente. Hay que evitar que, como siempre, sean sólo los más débiles los que paguen la debacle. El Gobierno del PSOE-Podemos está intentando evitarlo por vez primera en España y ahí hay que denunciar las actitudes obstruccionistas que se están encontrando y no sólo entre la oposición en España. La respuesta en Europa ha sido, como casi siempre, frustrante. Parece que no fuera con ellos. Como si no les preocuparan las personas, sólo sus intereses comerciales. Vergonya, cavallers, vergonya, que diría Jaume I.

En Elx, el resultado también ha sido brutal: El paro aumentó en 2.286 personas en marzo. De ellas 979 en Industria y 984 en Servicios, entre otros. El número total, ahora, es de 25.665 parados inscritos, según los datos que facilita CC.OO. del Baix Vinalopó. Hemos retrocedido a los datos de marzo de 2016. En sólo un mes se ha perdido todo eso. La situación es bastante fea: el 40% de los parados son hombres y el 60% mujeres. Y los parados mayores de 44 años representan el 55% del total. Un panorama muy preocupante. Y no están ahí incluidos los afectados por un ERTE que, como publicaba el pasado 7 de abril INFORMACIÓN, ya eran casi 100.000 en la provincia de Alicante, con más de 21.100 empresas afectadas.

El mes de abril supondrá agravar este problema. Es urgente atender adecuadamente a todos aquellos parados, autónomos, etc. que han visto volatizarse su inmediato futuro de un día para otro. Todas las administraciones tienen la obligación de centrar sus esfuerzos en evitar consolidar esta perjudicial situación y harán falta recursos, muchos recursos. El Ayuntamiento ya ha anunciado algunas medidas, harán falta muchas más y, especialmente, de la Generalitat y del Estado. Hay que recuperar todas las actividades paralizadas y a todo su personal cuanto antes. Vencer al coronavirus también implica impedirle que nos derrote social y económicamente. Y es posible hacerlo. Tenemos que luchar juntos y en busca del interés general por encima de cualquier otro. Y sí se puede. Si se quiere, claro.