Las campanas de la Basílica de Santa María daban las 12 horas en este Domingo de Ramos y la Burreta esta vez no ha recorrido las calles de Elche. Sin ilicitanos ataviados con sus mejores galas ni palmas blancas siguiendo el paso. Esta fiesta, declarada de Interés Turístico Internacional, se ha quedado sola en la vía pública y ha tenido que vivirse en los balcones para cumplir el confinamiento por el estado de alarma decretado para parar al coronavirus.

Al mediodía se ha producido el encuentro vecinal en las ventanas y balcones de los bloques de pisos de toda la ciudad. Algunos han cogido su palma blanca, elaborada antes del confinamiento, y otros emplearon el tiempo en los últimos días para elaborarla de forma casera con papel y cartulinas. A las 12 horas comenzaron los aplausos, que se han sentido por todos los barrios e incluso por las pedanías, y después se ha entonado el Aromas Ilicitanos. Incluso las patrullas de la Policía Local han ido animando por las calles para disfrutar del día lo mejor posible, a pesar de que la tradición como tal no ha podido vivirse pero sí se han buscado alternativas como retransmitir hoy en directo la misa oficial en la Basílica de Santa María.

Lo cierto es que había grandes expectativas con este llamamiento popular que surgió por parte de un grupo de vecinos en las redes sociales para salir a aplaudir y mostrar la palma. El Ayuntamiento se sumó a la iniciativa e incluso lanzó una campaña en colaboración con el Grupo Antón para estimular a los ilicitanos en este día. Aún y así, el clamor no ha sido tan grande, al menos en algunos puntos como la zona centro, ya que se veían balcones cerrados y pocas familias sacando sus palmas.

Hay que tener en cuenta que la crisis por el coronavirus ha paralizado la venta de la palma blanca, y aunque había esperanza de que pudiese venderse a domicilio, finalmente esta opción se descartó para evitar los desplazamientos a las viviendas. Por ello el sector artesanal ya prevé innumerables pérdidas económicas al no haber distribuido este producto típico que se elabora durante meses, y los ánimos también parecen haberse resentido a causa del estado de alarma.