Poco más de 24 horas ha durado la campaña que puso en marcha el martes la Associaciò per al Desenvolupament Rural del Camp d'Elx para incentivar la venta de palma blanca. La iniciativa, que pretendía apoyar a las familias que se dedican a este oficio, después de la cancelación de las procesiones por la crisis sanitaria del coronavirus, se ha paralizado.

Uno de los motivos ha sido la preocupación mostrada por el Ayuntamiento de Elche, a través del alcalde, Carlos González, en una reunión convocada por videoconferencia, en la que se ha expuesto que el alto interés de los ilicitanos por comprar palma blanca para colocarla en balcones iba a generar muchos desplazamientos de personas durante la cuarentena, a pesar de que el transporte lo realizaran empresas de reparto a domicilio.

Tanto las familias como los colectivos que han apoyado la iniciativa, entre ellos la Asociación de Palmereros de Elche y la plataforma Volem Palmerar, ha entendido el problema que se podría generar, y han decidido supender la venta y dejar la campaña para más adelante, cuando se haya dejado atrás a la crisis sanitaria.

Además, se ha expuesto que otro inconveniente que se estaban encontrando las familias era la imposibilidad de servir todos los pedidos antes del Domigo de Ramos, y que el coste de envío en algunos casos era muy elevado, ya que los talleres ilicitanos están más acostumbrados a servir pedidos de grandes cantidades de palma, y no de uno o dos artículos.

La reunión, nos obstante, ha servido para que el alcalde mostrase su interés por apoyar a las cinco familias de Elche que se dedican a la artesanía de la palma blanca, que le han pedido que interceda por ellos ante la Iglesia para que ésta organice una procesión de las palmas cuando pase la crisis sanitaria del coronavirus.

Desde que se cancelaron las procesiones de la Semana Santa por la crisis del coronavirus las familias de artesanos han mostrado su preocupación por las pérdidas ecónómicas que iban a tener que soportar. Desde varios talleres recordaron a este diario que se trata de un oficio que trabaja durante todo el año para un día, que es el Domingo de Ramos.

Guardar la palma de un año para otro no es una opción. Se precisa de cámaras frigoríficas de las que nos disponen y no toda la palma aguanta bien. Es por ello que estos días volvía a verse algo de ilusión en los rostros de los artesanos, aunque al final han entendido que dada la situación actual es mejor esperar que pase la pandemia.

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