Pues menos mal, porque si no aquí no se salva ni el apuntador. Hace muy pocas semanas, cuando este virus apareció en China todo se veía muy lejano. Como que a nosotros no nos podría afectar. Que aquello pasaba allí por determinadas condiciones que se daban en mercados callejeros, y algunas costumbres locales muy alejadas de las nuestras.

Aún no se sabe muy bien cómo ha surgido este virus y qué está facilitando su increíble progresión en todo el mundo. Sólo cuando empezaron a aparecer casos fuera de China (Corea del Sur, Japón, Singapur, etc.) se detectó una mayor preocupación en muchos estamentos. Es, entonces, cuando empieza a circular, desde posiciones gubernamentales en los diferentes países que aquello es como una nueva gripe. Que no había que alarmarse demasiado. Que era casi como todos los años. Incluso se nos recordaban las miles de muertes, casi silenciosas, que anualmente producen las gripes en las sociedades occidentales, como la española.

Que, en España desde el 25 de enero en que hubo la primera noticia, hayamos pasado a una situación de Declaración del Estado de Alarma, decretada la semana pasada media un abismo. ¿Qué ha pasado para llegar a estos extremos? Probablemente un exceso de confianza en todos los países, incluido el nuestro, en que esto tardaría más en llegar y nunca alcanzaría el nivel que ha tenido. Es cierto que todo gobernante debe evitar situaciones que favorezcan el pánico, que puede ser un virus más letal que el que se quiere evitar. Pero la situación deja muchos interrogantes sobre si se podía haber hecho de otro modo.

Es verdad que, a toro pasado, todo se ve mejor. ¿Alguien cree que, una situación de alarma como la actual y con un confinamiento de casi toda la población en sus casas (que, mayoritariamente, se está cumpliendo de forma ejemplar), y que supone una situación inédita en España, hubiera sido tan bien aceptada si no hubiéramos visto tan cerca las orejas al lobo.? Tal vez haya sido necesario pasar por ello para evitar males mayores.

En todo caso, es momento de colaborar con el Gobierno para que esto salga lo mejor y lo más rápido posible. No es hora de intentar aprovechar de forma partidista la situación, como parece hacer algún partido en la oposición. Ya habrá tiempo de debatir y, en todo caso, de comparar respuestas en unos momentos y en otros.

También así hay que hacerlo desde los niveles locales. Desde el Ayuntamiento de Elx, su alcalde, Carlos González, ha asumido su papel de dirección de la crisis y, con la participación de las demás fuerzas políticas, debe asegurar que, en nuestro municipio, se aplican las medidas adecuadas para minimizar daños de acuerdo con lo dispuesto en el Decreto estatal. Fue oportuna su convocatoria a los tres hospitales de la ciudad para comprobar su disponibilidad y coordinación necesaria. Esta crisis, por cierto, ha puesto en evidencia el daño que han hecho las políticas populistas de privatización de la sanidad en toda España. También el hecho de hacer gratuita la ORA para evitar cambios innecesarios de estacionamiento es positivo en esta situación, al contrario que otros Ayuntamientos como Orihuela, Benidorm, etc., que han seguido cobrando y obligando a una rotación ahora no necesaria. Han antepuesto la recaudación a otras cuestiones. También la adaptación de autobuses a la nueva realidad era necesaria. Y, un tema importante, la disponibilidad del gimnasio del pabellón deportivo del Toscar, para albergar a personas sin recursos y sin sitio para dormir ante el colapso del albergue de Cáritas. Hay que seguir estando muy cerca de la gente y, especialmente, de los más necesitados para que no se vean doblemente afectados.

La crisis del coronavirus la superaremos. En Elx y en toda España. Nos costará más de lo que debiera por las circunstancias del país, después de una crisis política aún no resuelta y de una crisis económica que tampoco lo está. Pero ganaremos esta guerra si estamos unidos. La población ha demostrado su voluntad de querer vencer a esta pandemia.

Es cierto que, con seguridad, tendrá un costo social y económico descomunal. Todas las administraciones deben ser conscientes de ello. Miles de trabajadores, empresas y autónomos ya se están viendo afectados al perder sus trabajos, sus ingresos, sus más inmediatas perspectivas de futuro. El Estado, como ha anunciado el Gobierno, pero también las CC AA y los ayuntamientos deben prepararse para atender, con carácter prioritario a todas las personas, entidades y colectivos afectados. Los Presupuestos, a todos los niveles, deben reorientarse a los más necesitados y con carácter urgente.