Una banda de traficantes de Torrevieja formada por 14 personas se enfrenta a penas que suman 88 años de prisión. Esto es al menos lo que pide la Fiscalía en su escrito de acusación provisional. El juicio estaba señalado para ayer pero tuvo que posponerse hasta el 14 de marzo al no comparecer algunos acusados. Doce de ellos se enfrentan a penas de seis años de cárcel por un delito contra la salud pública, mientras que el Ministerio Público pide para los dos cabecillas del grupo una pena de ocho años, pues añade dos por tenencia ilícita de armas. Los agentes encontraron dos pistolas y un revólver para los que no tenían licencia durante los registros en sus domicilios.

El caso se destapó en agosto de 2010 tras una larga investigación de la Guardia Civil de Torrevieja tras tener constancia de la actividad del grupo. Según la calificación del fiscal, el cabecilla dirigía «una red de personas dedicada al tráfico de drogas, dando las instrucciones, supervisando la contabilidad, decidiendo dónde se guardaban las sustancias y organizando las funciones» de los otros 13 implicados.

El centro de operaciones y almacenaje de los estupefacientes se encontraba en una localidad murciana, en una casa de campo, regentada por otra integrante de la banda. Hasta allí se desplazaban, «al menos una vez a la semana», según el escrito, otros tres integrantes, que recogían la droga y se la llevaban a sus casas para «repartirlas en pequeñas cantidades a los miembros encargados de los puntos de venta». De estos se encargaban otras cuatro personas y otra servía de eslabón intermedio entre los que recogían los estupefacientes y los que la vendían.

Para evitar ser descubiertos por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, las viviendas en las que se vendía al menudeo cambiaban frecuentemente. Además, la banda se servía de consumidores habituales para establecer labores de vigilancia preventiva y que avisara a sus miembros en caso de detectar presencia policial. De hecho, en las escuchas telefónicas recabadas por la Guardia Civil aparecen varias citas.

«Paella»

La logística estaba perfectamente organizada hasta el punto de que había un encargado de supervisar la mercancía y, en el caso de sobrante de la venta o la droga que por el tiempo de almacenamiento había perdido propiedades, uno de los integrantes se encargaba de remezclarla con otra de mayor calidad. Una práctica que en el argot se conoce como «hacer una pella», señala la Fiscalía en su escrito.

El juicio se retomará en marzo, y desde el Ministerio Público no descartan aplicar un atenuante por dilaciones indebidas.