Para el tercer concierto de la temporada, la dirección de la Orquesta Sinfónica Ciudad de Elche preparó unas cuantas sorpresas dedicadas a su fiel público. En este caso, el joven director de Austria Felix Hornbachner y una también joven solista de arpa, Sara Esturillo, combinaron sus talentos para una velada de música en un programa muy atractivo, interesante y de mucho colorido sonoro. El programa se abrió con la "Sinfonietta Op 52" para cuerdas, del compositor francés Albert Roussel (1869 - 1937). Aunque la obra no pertenece a las de fácil interpretación, ni técnica ni musical, la OSCE bajo la batuta de Hornbachner cumplió plenamente con su tarea, proporcionando una versión animada y alegre. El maestro demostró que es un director que sabe esconderse en la sombra, para permitir a los músicos desarrollar plenamente su potencial expresivo y exponer todos los detalles sonoros de la obra interpretada, llevando esta música clasicista a una conclusión admirada.

La verdadera atracción del concierto fue, sin duda, la actuación de la arpista Sara Esturillo y esto no solo por el hecho de que el arpa rara vez actúa cómo solista sobre los escenarios sinfónicos, sino por el talento extraordinario de la solista invitada. Esturillo presentó dos obras estilísticamente muy distantes: el Concierto para arpa y orquesta Op 4 No 6 en Si bemol mayor de G.F. Haendel (1685 - 1759) y Danza Sacra y Profana de Cl. Debussy (1862 - 1918). La forma de tocar apoyada por la técnica impecable de la solista conforma una combinación formidable, para la producción de sonidos altamente sublimes.

La interpretación del Concierto de G.F. Haendel ha sido bellamente equilibrada y presentada, compartiendo muchas cualidades. Sara Esturillo había articulado finamente las texturas claras, controlando las dinámicas aparentemente sin esfuerzo. En el segundo movimiento el sonido era tan cautivador que parecía mágico.

La música de Debussy en la interpretación de Esturillo fue elegante y variaba desde la más gloriosa elevación hasta el gran misterio respaldado todo ello por las cuerdas. La danza fue tocada con tranquilidad y la profana se volvió más enérgica y estimulante. La solista y la orquesta de cuerdas con el maestro Hornbachner presentaron de manera excelente una obra que permitió al público deleitarse con los sonidos de un instrumento que normalmente se esconde en las profundidades de la orquesta. Con su arte Sara Esturillo realmente cautivó y deleitó al público ilicitano.

Una versión placentera de la Sinfonía No 85 en sí bemol mayor La Reina de J. Haydn (1732 - 1809) cerró el programa de la velada. La naturaleza chistosa de Haydn se hizo evidente con el ritmo tomado vigorosamente por el director. De principio al fin el maestro Hornbachner construyó y dirigió la obra de manera efectiva, esculpiendo las frases elegantes y valientes. El Allegretto -doble variación sobre una canción popular francesa- fluía suavemente y el Menuetto mostró nuevamente una sorpresa impredecible de Haydn, la apertura majestuosa que dio paso a un curioso fagote y un trío dominado por las cuerdas.

La OSCE y Hornbachner controlaron las dinámicas y las frases, ofreciendo una interpretación llena de delicados efectos y buen sabor. El público aplaudió con entusiasmo y con razón, ya que fue un concierto memorable de música diáfana.