«Al- Taufik» no es solo el nombre de una asociación, sino una filosofía de vida. Su significado en castellano es «puertas abiertas», explica María Eugenia Bermúdez, la responsable del comedor social que lleva el nombre de este colectivo que desde hace más de 12 años atiende en el barrio de Carrús a los más desfavorecidos. Lo que empezó como una aportación altruista de ella misma y su marido a gente sin recursos, se ha convertido en un importante comedor social que alimenta cada día a cerca de 90 comensales. Se trata de personas sin recursos que «no tienen ni un trozo de pan para comer o que con 380 euros que cobran de alguna ayuda, no pueden llegar a fin de mes», explica.

El trabajo que realiza tanto ella como el resto de voluntarios es totalmente desinteresado. Un compromiso que hace que cada día, a las 12.30 horas, se abran las puertas y los usuarios puedan disfrutar de un plato de comida caliente en las mesas. Ayer tocó una «ensalada mixta y fideuá», cuenta María, mientras lamenta que «es uno de los pocos días que les puedo poner pescado, porque está muy caro, y las ayudas y recursos que recibimos son escasos».

Sus propias aportaciones se suman a las de otros colectivos y empresas colaboradoras que les suministran desde alimentos no perecederos hasta utensilios de cocina o productos de limpieza. Son casi una familia, pues el grupo de voluntarios trabaja cada día para que nadie se quede sin comida. Para algunos es su única comida del día y hay gente que incluso «se guarda algo para la cena o, si sobra comida, se la llevan o repiten, porque no tienen para más», añade.

El Ayuntamiento colabora con la asociación con un convenio por el que otorga 38.000 euros (3.000 más que el año pasado), pero aún así «no es suficiente, cuando llega el mes de agosto hay que hacer malabares para organizar el resto del año». Ayer, precisamente, el comedor social recibió la visita del concejal de Derechos Sociales, Mariano Valero. Llegó cuando los comensales ya se habían ido, pero María fue contundente a la hora de explicarle la realidad que ve cada día tanto cuando se pone tras los fogones, como cuando reparte esa comida en la mesa: «Hay mucha necesidad», le repetía al edil sin parar.

Años atrás, en la peor etapa de la crisis económica, han llegado a duplicar el número de comensales, lo cual no quita que actualmente atiendan el doble de cuando empezaron a prestar esta labor social, con 30 o 40 personas.

Valero señaló que la visita municipal correspondía a la necesidad de conocer de primera mano la situación de los colectivos más vulnerables y tender la mano para que, a través de los responsables del comedor social derivar a los usuarios a Servicios Sociales para que puedan optar a ayudas, programas o bancos de alimentos que permitan a estas personas salir adelante. Mientras tanto «seguiremos trabajando para que nadie se quede sin un plato», concluye María.