El pleno del Ayuntamiento del pasado 27 de enero, primero de este año se ha hecho notar. Como viene siendo habitual, ha habido intensos debates sobre cuestiones de ámbito nacional o autonómico, con intervenciones de carácter «bronco y sin contenido» como lo definía este periódico, ante la falta de puntos del orden del día y, lo más preocupante, de temas más relacionados con la problemática local. El pleno municipal se hace, cada vez más, muy plano a la hora de debatir temas de Elx.

El funcionamiento de la Junta de Gobierno acapara casi toda la iniciativa de la gobernabilidad local. El pleno se quedó vacío de competencias, al igual que pasa en todas las grandes ciudades, gobierne quien gobierne, y sus funciones se han limitado mucho. Para evitar esa sensación de vacío queda, aparte de la muy importante de fiscalizar y controlar al equipo de gobierno, entre otras escasas tareas, la de poder presentar mociones para su debate. Lamentablemente muchas de estas son de «encargo». Las direcciones estatales deciden, en muchos casos, qué temas se deben plantear en los ayuntamientos, tengan o no mayor o menor relevancia local. Las discusiones sobre Cataluña son todo un clásico en los ayuntamientos, por ejemplo.

También este pleno ha sido novedoso al haberse visualizado los problemas en dos de los grupos municipales de la oposición: En el caso de Ciudadanos, su portavoz y cabeza de lista Eduardo García-Ontiveros, recién expulsado del mismo, se sentaba nada menos que junto al grupo socialista, enfrente y lo más lejano posible de su excompañera de partido. En el caso de Vox era también su cabeza de lista, Amparo Cerdá, la que habiendo tenido que dimitir, por discrepancias internas, ya ni acudió. Es curioso que, en el poco tiempo que lleva la Corporación, poco más de siete meses, ya se hayan producido estas situaciones y es llamativo que sea en sus cabezas de lista. Muy rápidos estos cambios. Aunque a todo hay quien gane: En el caso de Compromís, también su cabeza de lista, Mireia Mollà, acompañada en este caso del otro concejal que salió, también dejaron el Ayuntamiento, a los pocos días, para irse como responsables de la Consellería de Agricultura y Medio Ambiente.

Todo esto produce una insólita situación: De los cinco grupos que entraron al Ayuntamiento, en tres de ellos su cabeza de lista ya no está. Casi de récord en tan poco tiempo. Tan sólo el PP, en contra de su histórica tradición, permanece inalterado en la oposición, aunque habrá que ver qué pasa cuando el Senado se ponga a trabajar (se supone que está para algo) y cómo podrá compaginar la dualidad de cargos su líder, Pablo Ruz, que también fue cabeza de lista, por cierto.

De momento, y tiene mérito, hasta el PSOE tuvo que criticar a la oposición por no haber presentado alegaciones a los presupuestos (tema fundamental en cualquier Ayuntamiento) y, en general, por su escasa capacidad de propuesta y trabajo en el pleno, según dijeron. Un poco el mundo al revés. Si importante es disponer, en cualquier órgano de gestión, de un equipo de gobierno eficaz y responsable, también lo es el de tener una oposición que controle, fiscalice y haga propuestas alternativas serias a lo que digan los que mandan.

En todo caso, la situación no puede pintar mejor para el PSOE. Sacaron en las municipales un resultado mejor del esperado (el efecto Sánchez estaba en todo su apogeo), pasando de 8 a 12 concejales y, aunque Compromís perdió la mitad de los suyos, esos 12 más los 2 de éstos, permitieron una mayoría absoluta que hace que el actual equipo de gobierno no tenga dificultades para hacer políticas que atiendan al interés general y justas socialmente. Otra cosa es que quieran o puedan hacerla. Es mucho lo pendiente y es hora de concretar actuaciones e inversiones demasiado retrasadas. Se anuncian temas interesantes, pero como se han hecho tantos sin pasar de ahí, hay cierto escepticismo que sólo una voluntad más decidida podría superar.

Y, mientras tanto, el salón de Plenos debería volver a ser el lugar del debate, entre todas las fuerzas, de los temas que preocupan a Elx, siempre que gobierno y oposición hagan el trabajo para el que fueron elegidos. Es lo que la ciudadanía espera de todos ellos.

Y qué mejor lugar que dicho salón, teniendo en cuenta su valor histórico y en el que, además del merecido retrato de Amadeo I, que nos otorgó el título de ciudad a Elx, cuenta con dos imágenes de los últimos Reyes: una foto pequeña del que reina y un enorme retrato del que no reina. Extraña paradoja. Pocos espacios públicos, excepto en La Zarzuela, deben tener tanta representación real. Y, por cierto, son testigos privilegiados de los debates que allí se hacen o se deberían hacer.