«La vida es un sueño; es el despertar lo que nos mata».«Orlando» de Virginia Woolf (1882-1941), escritora británica.

Es de sobra sabido que si modificamos las condiciones de temperatura o presión de cualquier sustancia o mezcla podemos obtener distintos estados o fases, denominados estados de agregación de la materia, en relación con las fuerzas de unión de las partículas (moléculas, átomos o iones) que la constituyen. Los estados más conocidos y observables a simple vista, como también es conocido, son: sólido, líquido y gaseoso. Sin embargo, hay otros, y resulta que el más común en el Universo (con permiso de la materia oscura) es el plasma, material del que están formadas las estrellas. Los cambios de estado son frecuentes en la Naturaleza (y no digamos en el espacio sideral) y es habitual que la materia evolucione entre varios estados de agregación sin que ocurra un cambio en su composición. Sentados estos principios, veamos como anda la actualidad político-municipal ilicitana.

A simple vista, sin necesidad de microscopio, ya observamos de entrada un cambio de estado en el grupo de Ciudadanos. A fuerza de aplicarle el humilde pero persistente mechero Bunsen, la materia naranja ha acabado por disgregarse (la realidad es que su estado sólido era bastante inconsistente, con sus dos únicos átomos chocando permanentemente por sus cargas opuestas). Como consecuencia de ello, Cs pierde la mitad de su masa y Eva Crisol se queda para ella sola el remanente basáltico, en un partido que, por lo demás, continúa en imparable proceso de evaporación liberal. Mientras, el defenestrado Eduardo García-Ontiveros ha pasado del estado sólido al gaseoso, para, por medio de la condensación, quedarse en el líquido como concejal no adscrito. Es probable que, a medida que vaya disfrutando de despacho (reducido pero funcional), funcionario/a de empleo y asignación de liquidez, vaya solidificándose y cogiendo consistencia política. Algo que ya le ocurrió a su predecesora en este estado de disgregación, la expopular Cristina Martínez, en 2014-15.

No ha tenido fortuna García-Ontiveros en su triple salto mortal a la política. Persona sensata y dialogante (cualidades que, desgraciadamente, cotizan a la baja), este joven abogado accedió a encabezar la lista de Cs en unas circunstancias muy adversas, con un partido amenazando ruina, sin dirección local y una tremenda división interna, además de la fuga de buena parte de la militancia. Trató de recomponer la dañada imagen de la formación durante la campaña municipal y de ocupar el espacio de centro que creía representar, mientras su líder supremo se echaba al monte en busca del quimérico liderazgo de la derecha montaraz, para acabar despeñándose. García-Ontiveros clama contra los chorlitos y otras aves voladoras que lo tildan de tránsfuga, porque no es sino la víctima de una injusticia de proporciones bíblicas, y recuerda que serán bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Por si la saciedad divina tarda en llegar, el exvocero naranja pedirá también el amparo de los jueces terrenales en pos de la restitución de su vilipendiado honor político, tras darse de narices con la dura realidad de los partidos (viejos y nuevos): a tragar con las órdenes de arriba o a la calle.

Lo mismo dice Amparo Cerdá que le ha pasado. La ya exportavoz (y se supone que también exmilitante) de Vox se ha marchado del Ayuntamiento y la política pasando directamente del estado sólido al de plasma, sin fases intermedias. La apearon hace poco como responsable local del partido ultramontano y ahora se marcha abruptamente, derrotada no por la dictadura progre ni por el contubernio feministoide, sino por su gestora provincial. Y eso que esgrimió, infructuosamente, el pin parental para no verse forzada a seguir directrices en contra de sus convicciones políticas, morales, religiosas y deportivas. Pero nada.

En su evaporación, Cerdá deja espacio en su grupo de dos para la materialización, por deposición, del número 3 de la lista, el arquitecto Juan Antonio Alberdi, que ostenta el récord de querellas, denuncias, demandas, pleitos y litigios interpuestos contra el Ayuntamiento por una sola persona (en ocasiones dos) física o jurídica. Y más concretamente contra antiguos miembros del gobierno socialista (especialmente el alcalde Diego Maciá y el edil Emilio Martínez), además de contra casi todo el personal del negociado municipal de Urbanismo (excepto un bedel y la becaria de las fotocopias). Litigiosidad que el previsible nuevo edil prolongó obstinadamente durante más de dos décadas, sin lograr ninguna condena. Ahora, como edil agregado, se verá de nuevo cara a cara con algunos de los funcionarios a los que sentó en el banquillo y amargó la vida. Seguramente asistiremos a un notable incremento de la entalpía (H) con su llegada, y no es de extrañar que se alcance el punto de ebullición. Atentos al termostato.

En ebullición está Carlos González tras el destaponamiento. El alcalde ha pasado del estado líquido de las actuaciones en fase de proyecto, licitación o ejecución, al gaseoso de las promesas cuya sublimación inversa (es decir, de gas a materia) se antoja harto complicada, incluso echando mano de la ecuación de Clausius-Clapeyron. Con la disgregación de una parte de la oposición, y el estado próximo a la congelación de la otra, el regidor socialista se ha venido arriba y ya se ve capacitado para lanzar al aire ocurrencias tamaño macromegasúper, de las que no se veían desde la noria-mirador del Palmeral.

Ha empezado por idear el traslado de las oficinas administrativas municipales al mismísimo edificio médico-sanitario de San Fermín, marcando así de nuevo su inequívoco propósito de acercar la administración pública a los barrios, pedanías y comunidades de vecinos, vecinas y vecines. El plan consiste en reformar el vetusto edificio para tal fin, además de hacer lo propio con la no menos avejentada Casa de los Maestros, en Reina Victoria, donde se trasladaría el centro de salud tras la oportuna rehabilitación. Total unos cuantos millones de nada, que nadie sabe de dónde saldrán. Pero, serà per diners?

Este hipotético traslado, naturalmente, ha soliviantado a los comerciantes del centro, que se preguntan qué va a ser de sus negocios, familias y sustentos sin los desayunos, almuerzos, tentempiés, piscolabis, picoteos y aperitivos de los funcionarios municipales, además de las compras de media mañana. El alcalde pide calma porque dentro de poco, en cuanto tape las excavaciones y quite las vallas, desvelará el proyecto macromegasúper que tiene para el mercado central, que va a dejar boquiabiertos y cariacontecidos a propios y extraños, además de capitidisminuidos a críticos e incrédulos. Atentos.

A todo esto, Pablo Ruz no ceja en su constante tarea de leal pero firme oposición al bipartito de progreso. Y aunque el PP no haya presentado alegaciones al presupuesto municipal que tachó de irreal y engañoso, para demostrar que está pendiente de los problemas que realmente preocupan a la ciudadanía ilicitana, presentará en el pleno sendas mociones en defensa de la amenazada libertad educativa: una contra el decreto de plurilingüismo del Consell y otra en apoyo de la escuela concertada. Propuestas que, acto seguido, pasarán del estado líquido al gaseoso. Como los populares.