En la sala del Gran Teatro de Elche quizás aún circulan los sonidos extraviados que conmovieron a los amantes de la buena música. La Orquesta Sinfónica Ciudad de Elche bajo la dirección de su director titular, el maestro Mihnea Ignat, dio la bienvenida musical al Año Nuevo, ofreciendo un repertorio particular, interesante, ambicioso y novedoso. Para muchos espectadores la atracción principal fue la posibilidad de poder asistir a la presentación de obras y piezas conocidas y populares, pero, sin duda, no tan frecuentemente ejecutadas durante un solo concierto.

Con el carácter reflexivo y nostálgico de la melodiosa Rapsodia Rumana No 2 de G. Enescu, Ignat parecía querer enfatizar la partida del año viejo, para luego, en forma solemne, con alegría y chispas como de los fuegos artificiales, festejar la llegada del Año Nuevo con la obra más famosa entre las Rapsodias Húngaras de Fr. Liszt. Cuánta energía, contrastes rítmicos y dinámicos, paradas inesperadas etc, hay en esta música. No es de extrañar que la Rapsodia No 2 de Fr. Liszt, tanto en la versión para piano, como también para la orquesta, a menudo se asocia con las ilustraciones de una considerable cantidad de películas, entre las cuales destaca, por supuesto, la más graciosa parodia musical en los dibujos animados "Tom & Jerry".

Espectacular, brillante y muy expresiva fue la interpretación de las dos "Danzas Húngaras" de J. Brahms y dos "Danzas Eslavas" de A. Dvorak. La Sinfónica de la Ciudad de Elche bajo Ignat dejó la impresión de estar en el cenit del deseo de transmitir los sonidos más energizados, con altas dosis de emoción e intensidad. En el impetuoso carácter de las 4 Danzas, la orquesta exhibió un sonido brillante y pleno, pero al mismo tiempo lleno de sutileza y dulzura en las partes lentas.

Con las Polkas "En la caza" y "Tritsch Tratsch" de J. Strauss, además del brillo y elegancia, los intérpretes emitieron ingredientes de humor refrescante con la excelente adaptación al estilo delicioso, tan típico en la música vienesa de la familia Strauss.

Desde los primeros tonos de la obertura "Caballería ligera" de Fr. Suppé, el maestro Ignat creó una interpretación elegante y refinada con las fanfarrias de trompetas y trompas impetuosas bien articuladas y una lectura precisa y sencilla, lo que permitió en realidad que la obertura pudiera contar el contenido de toda la opereta.

La elegancia se mantuvo también en la pieza que no podía faltar en una ocasión cómo esta. Es tradición transportar al público al más puro ambiente austriaco de Año Nuevo, donde el famoso "Danubio Azul" de J. Strauss II reinará para siempre. Por supuesto, el concierto de Año Nuevo tuvo que terminar con una propina que necesitó la muy activa participación del público presente, la Marcha de Radetzky, la cual tendrá que esperar hasta el próxima año para poder volver a ser escuchada.

En definitiva, todas las obras han logrado impregnar en la orquesta una actitud llena de vigor, energía y carisma, cualidades que fueron contagiadas de la expresividad del maestro Ignat, reflejada por su forma de manejar la música con emociones y contrastes verdaderamente auténticos e impresionantes. La conducción enérgica provocó unos sonidos orquestales perfectamente armoniosos, unificados y controlados.

La OSCE ofreció una noche mágica de Año Nuevo, llena de emociones profundamente musicales y profundamente humanas. El público generó aplausos de mucho entusiasmo para ejecutantes, los que realmente demostraron ser artistas de primera clase.