El reloj de Calendura aún no ha marcado las doce del mediodía. Ya van dos horas de trabajo y los artesanos de «les atxes» todavía no han llegado a vender ni una mínima parte de este mágico producto ilicitano que dota de poder a los niños para guiar el paso a los Reyes Magos. Estas son las sensaciones que había ayer con la venta de atxes, un producto que da forma a una tradición centenaria y que cuesta vender. Al menos en las primeras horas del día de ayer, cuando arrancaba la venta al público de «les atxes» en los cuatro puestos que hay instalados en la Plaça de Baix frente al Ayuntamiento, los únicos habilitados por el Consistorio ilicitano.

Los artesanos lamentan que con el paso de los años ha ido descendiendo el número de palmereros que se dedican a elaborar este producto, ya que se requiere mucho tiempo para su elaboración y son pocos los beneficios que al final se lleva el productor, «y no está pagado», reseñaba ayer Nerea Basarte, que se estrenaba vendiendo atxes a pesar de que conoce las propiedades de la palmera al dedicarse al trenzado de palma blanca. Esta es la impresión que comparten todos los artesanos, aunque también inciden en otros factores como la competencia desleal. Indican que, aunque en menor medida en comparación a la elaboración de palma blanca, hay quiénes venden «les atxes» en lugares no autorizados en lugar de estos puestos, talleres, casa de palmereros o establecimientos locales.

Ello conlleva que se esté comercializando con un producto paralelo que no contaría con ciertos controles que avalen que son seguros, ya que aunque a simple vista «les atxes» son restos de palmera, deben confeccionarse siguiendo unos parámetros «para que prendan y generen humo y no brasas» que puedan quemar a los menores, tal y como reseña Jerónimo Quiles, palmerero y uno de los vendedores autorizados en la Plaça de Baix. Según el experto, que lleva quince años elaborando atxes, se requiere en primer lugar que la materia prima esté seca y que se aten y enrollen bien las capas de seaso, que es el vendaje vegetal de la palmera que sirve de unión entre palmas y rodea el tronco para protegerla. La venta comenzó ayer a las 10 horas y durará hasta esta tarde, aunque estará interrumpida con la cabalgata.Los artesanos esperan entregar una media de 1.400 atxes en los puestos, y los precios oscilan entre los dos y los seis euros, dependiendo exclusivamente del tamaño. Las más demandadas son las pequeñas, que van dirigidas a niños y niñas de unos tres o cuatro años, que se inician en la tradición ilicitana.

Los palmereros explican que un mes antes de Reyes comienzan a recopilar todos los materiales para elaborar este producto, que se confecciona con materiales reutilizables como la palma blanca que se queda seca después del Domingo de Ramos o el seaso, un elemento que suele recogerse de las palmeras que ya están muertas y que pasaría por triturarse si no se destinara una parte a elaborar «les atxes». En el imaginario colectivo ha calado que este producto apenas tiene valor porque se realiza con los restos de la palmera, «pero el proceso es tedioso y se requiere mucho esfuerzo», que después apenas se ve compensado económicamente, uno de los motivos por los que se está reduciendo el número de artesanos que ponen a la venta les atxes, «por lo que se pierde tradición», según Laura Navarro, de la familia palmerera Serrano Valero.

Fiestas

Entre los vendedores también está la comisión Avenida de Candalix, que desde 2006 participa para recaudar fondos con los que asumir ciertos gastos de sus fiestas, e incluso regalan palmas con forma de camello para incentivar la venta.