M ientras las grúas de la construcción están colonizando el entorno del Martínez Valero, que se encuentra en pleno desarrollo urbanístico, las más de 4.000 personas que había en el interior del recinto contenían la respiración, como en los partidos decisivos de la escuadra franjiverde, y daban una verdadera dimensión del grave problema que vive Elche en materia de vivienda de protegida, con una demanda que supera con creces a la oferta y que el Ayuntamiento ilicitano, a través de la empresa municipal Pimesa, trata a duras penas de satisfacer. Ayer se comprobó en toda su crudeza, por cada vivienda de protección hay 17 personas aspirando a ocuparla.

«¡Suerte!» fue la palabra más repetida en las gradas del estadio Martínez Valero ayer y no se disputaba un encuentro deportivo, sino más de 4.000 partidos individuales, y no habría un ganador, sino 237. El sorteo se presentó como un acto festivo, con música de ambiente, vídeos promocionales de la ciudad y de la propia Pimesa en los marcadores del campo de fútbol, y los solicitantes, en buena parte de los casos, acudieron acompañados de familiares y amigos. Los espectadores de ayer eran, mayoritariamente, jóvenes, solteros, con contratos en precario y cuya única oportunidad de hacerse con una vivienda y emanciparse de casa de sus padres o iniciar una nueva etapa de sus vidas formando un hogar pasa por las promociones municipales, cuyo principal atractivo radica en el precio. «Es el segundo sorteo al que me presento. En el primero no me tocó», explica Carlos Agulló, un joven de 27 años, al que le gustaría tener una vivienda para emanciparse. «Son viviendas que están bien y la más cara cuesta 25 millones (de las antiguas pesetas);. Si me toca, hale, a pagar, pero muy contento». Carlos tenía asignado el número 1.271.

Un poco más allá, dos hermanos, Patricia y Javier Guilló Rico, acudían acompañados de su madre. Los dos quieren una vivienda, ella, para casarse, él, para vivir independiente. «Esta es la única oportunidad que tenemos para comprar un piso. La zona nos gusta, pero lo que más nos gusta es el precio», dice Javier, quien tenía asignado el número 3.569. Patricia tenía el 3.044.

José Vicente Pérez acude con su novia, Cristina Pérez García, y el hermano de ésta, Francisco Javier. Se han enterado por el «boca-oído», a través de sus amigos de las promociones que hace Pimesa de VPO. «En estos momentos no encuentras nada en Elche por menos de 30 millones (de las antiguas pesetas); y esto es lo más barato que hay. Trabajo en la construcción y sé cómo está el tema», señala, mientras apunta que el número de su suerte puede ser el 2.232.

La conocida voz del popular locutor Francisco Gasó se escucha en la megafonía del estadio invitando a que los asistentes se sienten en la zona baja de las gradas para poder ver mejor los videomarcadores. El concurso está próximo a comenzar. «Las viviendas están carísimas», dice María Carpena, una joven que lleva buscando tiempo un piso en Elche con la intención de casarse. Su número es el 3.183 y su madre, María Soriano, le acompaña, para animarla y «para darle suerte. Soy su amuleto».

Siete amigos han acudido en grupo al sorteo. Con edades entre los 24 y 27 años han solicitado vivienda. Si les toca, «nos vamos a celebrarlo todo el fin de semana», afirma Antonio Escudero, «Éy si no, lo celebraremos igual», añade Patricia López. En el estadio se respira camaradería de unos para con otros. Todos tienen el mismo problema, son jóvenes y eso parece que une.

«A mí me parece una vergüenza lo que está pasando», manifiesta Rafa Franco. «Es una locura que se haya de acceder a una vivienda por un sorteo. Quien va para alcalde, en vez de estar ahí para sacar votos, lo que debería es darse cuenta del grave problema que hay, 237 tendrán casa, ¿y los 3.900 que se quedarán sin ella Hay un problema y se deberían dar facilidades para que los promotores construyan VPO y se cubran las necesidades».