L os bomberos, desde que comenzó la primavera, anotan prácticamente todos los días un servicio de enjambres de abeja y, cuando cae el sol, sacan el coche-escalera en busca de la reina. Este servicio ha ido creciendo de forma espectacular en los últimos años y la única explicación que encuentran los profesionales es que «cada vez hay menos campo. Las urbanizaciones terminan por eliminar los lugares donde habitan estos insectos que tienen que buscar otro hogar».

Uno de estos enjambres encontró ayer un lugar privilegiado, en mitad de la plaza de la Glorieta, en el hueco de un edificio a más de doce metros de altura. Lo único que había para polinizar eran las flores y palmeras de la plaza pero, según los vecinos, no son la mejor compañía. Los bomberos tuvieron que acceder hasta el enjambre pertrechados con ropas especiales y ataviados con un sombrero de malla sobre el rostro para evitar las picaduras. El sistema para trasladar el enjambre lo utilizan ya con soltura. Todo consiste en atraer a la reina hasta un cajón gracias a una sustancia y, a continuación, el resto la sigue dócilmente.

Como es habitual, las abejas se depositarán en algunas de las colmenas que hay cerca del Parque de Bomberos donde, al menos por ahora, vivirán tranquilas y produciendo una miel que degustan estos profesionales.