El cambio de año supone el gran momento para Calendura. El mítico reloj, ubicado en la Plaça de Baix, ya está preparado para vivir su noche y dar las campanadas sin fallo alguno, con la máxima exactitud posible en los primeros compases de 2020. Así lo garantizan sus responsables, los relojeros que se encargan de su puesta a punto y de que su analógico y rudimentario engranaje, que data de 1963, responda a la perfección. Ayer tocó visita por parte de las autoridades para dar el último vistazo a la maquinaria. De ello se encargaron el alcalde, Carlos González, y la edil de Fiestas, Mariola Galiana, quienes acompañaron a lo alto de la Torre de la Vetlla al veterano relojero Francisco Hernández. «Queremos que suene justo a la hora, buscamos la máxima precisión», comentó el experto, sin descartar que hoy tenga que volver a subir a realizar algún ajuste final.

Consolidada como una de las grandes señas de identidad de los ilicitanos, la torre desde la que cada Nochevieja Calendura da las campanadas necesita una remodelación. La mejora del reloj del Ayuntamiento incluirá el acondicionamiento del otro autómata que acompaña a Calendura, un Calendureta que hace años que está fuera de servicio, para que no se mueva por su mal estado, y que el Consistorio espera que pueda estar listo para la próxima Nochevieja. «Queremos que el año que viene Calendureta ofrezca los cuartos», manifestó ayer el alcalde.

Una de las primeras medidas que adoptó el ejecutivo local tras la constitución de su junta de gobierno, a mediados del año que hoy concluye, fue el de la restauración de la Torre de la Vetlla tras más de cuatro décadas. Según el Ayuntamiento, esta infraestructura necesita una actuación en la cornisa, en la campana y las figuras de Calendura y Calendureta.

Recuperar el esplendor

El deterioro que ha sufrido la torre al completo con el paso del tiempo ha obligado al Consistorio a emplearse a fondo para poner a punto este símbolo de la ciudad y que vuelve a vivir la Nochevieja con el máximo esplendor posible. La restauración de las imágenes de los autómatas también se va a aprovechar para ajustar el cableado por el que están conectados al reloj, y todos sus mecanismos, ya que se trata de dos figuras articuladas.

El año que está apurando sus últimas horas también ha sido importante para Calendura y Calendureta por otro motivo. El cupón del sorteo de la ONCE del pasado 13 de marzo incluyó a los famosos autómatas de madera en su ilustración, lo que supuso una gran oportunidad para exhibir la tradición y el patrimonio ilicitano en los cinco millones y medio de billetes de lotería que se distribuyeron por todos los rincones de la geografía española. «En el siglo XXI no es posible verlos desde cualquier punto de la localidad debido al crecimiento urbano. Pero son un símbolo que tiene el afecto y la simpatía de los ilicitanos», apunta González.

Los dos muñecos articulados de madera fueron bautizados originalmente con los nombres de Miguel y Vicente, para ser después conocidos como Calendura y Calendureta. Fabricados en 1759 por Alfonso Gaitán, fueron trasladados en el siglo XIX a su actual ubicación.