«Sahara libre». Esta es la pancarta que ondeaban ayer con nerviosismo y emoción miembros de las asociaciones de ayuda al Sáhara Occidental que aguardaban el regreso de los cerca de sesenta voluntarios alicantinos que el pasado 29 de noviembre se desplazaron al área de Tinduf, a 2.000 kilómetros de distancia, para prestar apoyo material y dar esperanza al pueblo saharaui. El reencuentro con los cooperantes de la provincia fue emotivo, las lágrimas brotaban y los cánticos inundaron la zona de llegadas del aeropuerto Alicante-Elche entre banderas españolas, saharauis y argelinas. Los voluntarios, después de nueve días infundiendo ánimos entre las familias que viven en los campamentos buscando una solución de desbloqueo han vuelto con «el corazón roto, porque nos despedían llorando los niños, nosotros nos venimos a nuestro primer mundo con cosas que no se pueden permitir y te despiden con lágrimas», señalaba Ángela Carrillo, presidenta de la asociación de Ayuda al Sáhara Occidental y uno de los motores del programa «Vacaciones en paz».

Aún y así, sigue insistiendo en que en el lugar ha reinado la calma durante el viaje, en respuesta a las advertencias del Ministerio de Asuntos Exteriores, que alertaba justo antes del viaje de alto riesgo de atentados yihadistas en el lugar. Ya con los pies en tierra española entienden que todo se trató de una «maniobra detectable y una alarma falsa por parte del gobierno español», según Carrillo, «para sembrar el miedo y forzar que menos personas viajaran a los campamentos», indican otros voluntarios. Aunque ese temor no haya podido con los deseos de cooperación y solidaridad de muchos, los efectos de la alerta terrorista provocaron que en València terminasen viajando menos de la mitad de la quincena de personas prevista y en otros puntos como el País Vasco unos 70 de más de 180 se echaran para atrás, la mayoría adolescentes, según explican cooperantes alicantinos.

Durante la estancia en los campamentos los protocolos de seguridad han sido los mismos que en otras ocasiones, con toques de queda a partir de las 19 horas para que no salgan de los barrios a partir de esas horas, y han ido acompañados de policías al salir de cada campamento, además de mantener el refuerzo que se aplica desde el secuestro de varios españoles en 2011. Aseguran, incluso, que las fuerzas de seguridad que velan en el lugar no tenían constancia de ninguna alerta yihadista activada por el gobierno argelino ni saharaui en funciones, explican.

Ayuda

Durante el viaje se han estado moviendo por cuatro de los cinco campamentos para conocer la situación que viven y aportar ayuda, ya que han entregado más de 2.000 kilos de material sanitario, comida, medicamentos y otros elementos de prevención como condones, teniendo en cuenta que además los índices de natalidad son altos, o material para el tratamiento de diabéticos. En la ayuda también ha colaborado el instituto de La Hoya.

En la estancia los cooperantes acudieron a las escuelas precarias que se han ido improvisando con el tiempo, así como a un hospital en el que hay personal médico cubano que atiende y forma a la gente local, o un centro para atender a personas con discapacidad, donde han detectado ciertas carencias, ya que en la próxima temporada los menores no tendrán el desayuno asegurado, ya que muchos proyectos que realizan varias entidades se financian por una sola temporada, explica Ángela Carrillo, por lo que buscarán la fórmula para que se asegure toda la alimentación de los niños.

Según Emilio Martínez, periodista ilicitano y uno de los cooperantes, lamenta que los campamentos se estén cronificando tras la larga espera para que se resuelva el conflicto con Marruecos, por lo que confían en seguir echándole una mano al pueblo, que está « herido, desesperado y resignado», para que continuen su lucha, «y que a través de la justicia internacional pueda celebrarse un referéndum que les permita la libertad», apunta el voluntario.