Margalló y Ecologistes en Acció del País Valencià han pedido al Ayuntamiento y a la Conselleria de Emergencia Climática y Transición Ecológica que presionen a Aena para que renuncie a la ampliación del aeropuerto con la segunda pista, algo que consideran que «sellaría y condenaría el importantísimo sumidero de carbono que supone el saladar de Aguamarga».

Para ello se remiten a la Declaración de Emergencia Climática presentada el pasado septiembre por Conselleria y a la moción de Emergencia Climática aprobada por el pleno del Ayuntamiento. Ambos documentos presentan una serie de medidas que, según los colectivos ecologistas, quedarán en papel mojado si no se detiene el proyecto de la segunda pista. Ambas asociaciones aseguran que esta infraestructura supondrá invadir más del 15% del saladar (32,8 hectáreas de esta zona húmeda protegido). Y, ante ello, consideran incompatible el discurso de la consellera ilicitana Mireia Mollà con esta segunda pista, tras haber calificado en alguna ocasión los humedales de «importantísimo sumidero de carbono». Margalló y Ecologistes en Acció insisten en que este saladar es un espacio incluido en el Catálogo de Zonas Húmedas de la Comunitat Valenciana en 2002 y en el Inventario Español de Zonas Húmedas en 2011. Ante ello, lamentan que «los trámites en AENA sigan avanzando para obtener una evaluación de impacto ambiental que permita construir la segunda pista y justificar con más de 14 millones de pasajeros anuales la devastación de uno de los principales parajes naturales del litoral valenciano». En este sentido, advierten de la consecuente afectación al resto del humedal y a la fauna que en él se alberga, en muchos casos, aves protegidas por convenios internacionales.

Precisamente, la semana pasada, el alcalde de Elche, Carlos González, se reunía con la nueva directora del aeropuerto para abordar cómo unir sinergias para conseguir la Capitalidad Verde Europea para Elche en 2030. Se habló de sostenibilidad, de emergencia climática, de mitigación del cambio climático, etc. pero, para los ecologistas, es «una enorme irresponsabilidad continuar con este modelo de crecimiento insostenible, depredador del territorio y fundamentado en el consumo de combustibles fósiles».