El Ayuntamiento logró acceder ayer al refugio de la Guerra Civil construido bajo el Mercado Central, un vestigio del año 1937 y de 78 metros de longitud, que no solo arroja luz sobre la historia y el patrimonio de la ciudad, sino que da más alas al alcalde, Carlos González, para finiquitar el proyecto de un nuevo edificio de abastos aparejado a un parking subterráneo que se llevaría por delante el escondite construido durante la contienda.
La plaza de las Flores volvió a destaparse después de que el lunes una grúa de Aigües d'Elx removiera la zona para arreglar una tubería obstruida y diera con el misterioso acceso, que ha perseguido el equipo de gobierno durante los últimos cuatro años. Una vez confirmadas las buenas condiciones del refugio por parte de bomberos y de los técnicos municipales, el primer edil anunció el descubrimiento a pie de obra y lo que esto significa.
«Es un elemento determinante para favorecer la rescisión de mutuo acuerdo con Aparcisa que permita plantear un nuevo proyecto para reactivar el centro histórico de la ciudad», señaló el primer edil, quien desde el inicio del curso político se marcó como prioridad la negociación con la mercantil para poner punto y final al proyecto. Todo ello sin que la empresa haya accedido a cuantificar lo que lleva gastado para que el Consistorio local pueda resarcirle evitando así alargar la resolución del conflicto en los tribunales.
Con estos mimbres, la hoja de ruta del equipo de gobierno pasa ahora por documentar el hallazgo para protegerlo, ponerlo en valor, y seguir negociando con la mercantil sin que ayer diera todavía ningún tipo de plazos. La ley de patrimonio valenciano del año 2017 considera Bien de Relevancia Local (BRL) los vestigios de la Guerra Civil. Una norma que aún siendo posterior a la firma del contrato del Mercado (en 2015) el regidor socialista considera que viene a reforzar la «inviabilidad» del proyecto, lo que se suma al impacto negativo del parking en el Misteri advertido por Icomos, el organismo asesor de la Unesco. De este modo, el Ayuntamiento pudo reforzar ayer la baza que le quedaba pendiente para demostrar que el aparcamiento subterráneo tal y como proyectó la mercantil es incompatible con el descubrimiento. El refugio se encuentra en plena zona de desarrollo del aparcamiento en el subsuelo del la Plaza de las Flores y la Plaça de la Fruita, tal y como los planos municipales de los años sesenta lo documentaban.
De la Glorieta al río
La entrada a esta galería subterránea se encuentra frente al acceso principal al edificio de abastos y a través de una doble escalera es posible llegar al escondite que se construyó en dirección a la Glorieta y al río Vinalopó. Sin embargo, a su llegada a la calle Major de la Vila, los técnicos y los bomberos se toparon ayer con una zona tapiada, que corresponde con el área en la que se produjo un hundimiento por el desarrollo de obras en el entorno de la plaza de la Fruita. Precisamente, la mayor parte de la galería se encuentra debajo de uno de los edificios construidos en ese enclave.Otro de los detalles que han apreciado los técnicos es una inscripción del año 1953 a la entrada del refugio, la hipótesis que maneja el Ayuntamiento es que en este año se hizo la última conservación de mantenimiento.
Con todo ello, el alcalde calificó ayer de «extraordinaria relevancia patrimonial, histórico y cultural» el vestigio de la Guerra hallado, que además, se encuentra en perfectas condiciones, incluso mejor que el del Paseo de Germanías, que era el primer refugio que el ejecutivo local se había dispuesto a abrir al público. A pocos metros del subterráneo de ayer está el que en 2014 sí que sacaron a la luz las excavaciones del Mercado, junto a los Baños Árabes, que no interferían en el proyecto, cuyos restos también se dijo entonces que se pondrían en valor.
Una hora para dar con el escondite... tras 5 años de catas
Solo una hora hizo ayer falta al Ayuntamiento para confirmar la entrada al refugio de la Guerra junto al Mercado y comprobar su buen estado de conservación. Cinco años de excavaciones arqueológicas realizadas por la concesionaria no habían servido para dar con la misteriosa entrada a la galería situada a tan solo tres metros bajo tierra. El georradar contratado por el Ayuntamiento antes del verano tampoco dio con el acceso, aunque sí que detectó cavidades subterráneas. La «fumata blanca» llegó ayer, tras encontrar «casualmente» una oquedad el lunes durante la reparación de una tubería.
