Hace poco más de un mes Carlos González anunció que el Consejo Social será el encargado de mediar entre el Ayuntamiento ilicitano y la Diputación sobre la ubicación del futuro centro de congresos de Elche. El alcalde mantiene su empeño de llevar la infraestructura provincial a Carrús, en contra de la opinión de buena parte del tejido empresarial local y la oposición, que apuestan por un emplazamiento más próximo al centro. Como parte de la estrategia de defensa de su proyecto, el regidor socialista puso como parapeto al Consejo Social, lo que llevó a muchos a reparar en la existencia de este órgano municipal, primero, y a preguntarse después sobre cuáles son sus funciones, dada la escasa visibilidad que tiene.
González busca el respaldo del Consejo Social y así se lo expuso al presidente de la Diputación, Carlos Mazón, al que también le aseguró que persuadirá a los integrantes del órgano municipal, entre los que se encuentran los representantes de los partidos de la oposición, y que creará un grupo de trabajo dentro de la entidad asesora, del que también forman parte, entre otros, patronales, sindicatos, universidades y asociaciones.
Puestos a arrojar luz sobre la finalidad del Consejo Social, desde el Ayuntamiento no ofrecen muchas facilidades para aportar datos sobre su sentido, contenido y finalidad. Otra voces que forman parte del órgano sí que muestran su parecer. Algunos lamentan la falta de periodicidad que tienen una reuniones que, según el reglamento, deben realizarse, al menos, cada seis meses, salvo que el alcalde, que ocupa la presidencia, convoque algún encuentro de carácter extraordinario. «Nos cuentan lo que se ha hecho, todo aprobado ya. Simplemente nos lo comunican a toro pasado», asegura un miembro de este foro vinculado al sector empresarial que prefiere mantener el anonimato, mientras que otros círculos industriales han reclamado su entrada sin haber recibido una respuesta afirmativa hasta la fecha.
Propuestas
Sí que sale a la palestra Pablo Ruz. El líder del PP en Elche lamenta que el Consejo Social no tenga una mayor utilidad ni un sentido real y práctico. «Apenas son un par de un reuniones al año. Es un órgano consultivo en el que nadie puede proponer ni hablar nada. Tan solo sirve para que el alcalde suelte su discurso. Todo viene ya decidido por parte de la junta de gobierno», sostiene el popular. Ni siquiera cuando al foro asesor se le presentan los presupuesto, en el momento del año que más notoriedad mediática adquiere, Ruz ve una acción práctica: «El desglose de los presupuestos es muy genérico, sin profundizar en las partidas».
Estas visiones apuntan a que el Consejo Social es un órgano poco útil y está lejos de cumplir las funciones para las que se creó, y que están recogidas en su reglamentos, como son las de constituirse en un foro de diálogo y cauce de participación entre diferentes agentes, emitir informes y estudios y formular propuestas o impulsar la elaboración y ejecución de proyectos e iniciativas socioeconómicas.
De la misma manera, tampoco dejan calado ni tienen impacto en el pulso de la ciudad ilicitana las actividades divulgativas y formativas, las jornadas, los encuentros, las conferencias, los congresos y los concursos que, según sus funciones, debe organizar el Consejo Social.
