En 2016 se vivió el año más problemático, en 2017 el despliegue policial tuvo que hacer frente de nuevo a la batalla del lanzamiento de huevos y harina, el año pasado el buen hacer de la Cencejalía de Seguridad y la Policía Local surtió efecto y ahora ya se puede afirmar que las gamberradas que ponían en jaque a buena parte de los comercios del centro son cosa del pasado. La celebración de Halloween de ayer en Elche discurrió sin más sobresaltos de la cuenta, más allá de los sustos que daban unos disfraces cada vez más logrados, en los que ha vuelto a recaer el protagonismo de la celebración de la Noche de los Muertos.

No hubo ni rastro de las escenas que se vivieron en tiempos pasados, con agentes revisando mochilas y requisando objetos a los adolescentes para evitar gamberradas que pudieran acabar en conflictos mayores. La plaza del Centro de Congreso, uno de los puntos más calientes del Halloween ilicitano, apenas registró movimiento, con la mayor parte de la celebración concentrada en la Plaça de Baix, en la que no cabía un alfiler para disfrutar de la fiesta municipal. Los más pequeños lucían sus disfraces de brujas, esqueletos o diablos mientras los padres, también disfrazados en la mayoría de los casos, los fotografiaban con orgullo.

Entre las tendencias de disfraces, se llevaron la palma los relacionados con las series y películas de moda. De esta manera, los adolescentes apostaron por caracterizarse de personajes de La casa de papel o, los que optaron por el séptimo arte, de Maléfica ellas y del Joker ellos. Los comercios decoraron sus locales con calabazas y telarañas, luciendo del mismo modo que los balcones del Ayuntamiento. Todo contribuyó para que la noche discurriera sin más sustos que los esperados.