Arenales del Sol ha cerrado la temporada peor que como la empezó. Al menos desde el punto de vista de su fisonomía, de la imagen que se ofrece al turista. La buena noticia es que hasta la llegada de las vacaciones de Semana Santa hay tiempo para poder actuar, tanto el Ayuntamiento, como Costas y, también, alguna que otra comunidad de propietarios. Es decir, deberes hay. Otra cosa es que los permisos y las obras lleguen a tiempo.
Es cierto que la intensa gota fría de hace un mes agravó y mucho la situación, dañó algunas de sus infraestructuras y alteró algunos puntos de este enclave turístico. Pero no es menos cierto que en un mes ha habido margen de tiempo para solucionar algunos detalles.
Sí que es verdad que desde el Ayuntamiento se actuó para normalizar, dentro de lo posible, algunos accesos, y para acometer diversas reparaciones. Pero otras, que en ocasiones dependen de Costas o de alguna comunidad de propietarios privada, están aún pendientes, todo ello después de que finales de septiembre y hasta el domingo pasado volviera a reinar el buen tiempo y, con ello, parte de los visitantes y residentes volvieran a animarse a acudir a la playa o a pasear por esta zona.
De hecho, hasta mediados de octubre seguía habiendo servicio de vigilancia y socorrismo y es ahí, en su puesto principal, junto a la torre de vigilancia, donde desde hace semanas hay dispuestas unas vallas amarillas, además de que hayan proliferado más grafitis, todo ello en primerísima línea de playa.
Muro caído
No muy lejos de allí, hace tiempo que se desplomó la esquina de un muro de una propiedad privada. En una urbanización próxima ocurrió algo parecido hace no mucho y no pudieron repararla hasta que Costas dio el permiso. Mientras tanto, un par de vallas del Ayuntamiento en la arena tratan de disuadir al ciudadano en caso de que decida aproximarse a este punto, que aún ofrece cierto peligro.
Unos cientos de metros más allá, en el acceso que hay frente al bazar chino, aquellos que optan por entrar o salir a la playa por aquí deben estar en forma: hay casi medio metro de altura entre el asfalto y la arena. Pero hay más: algunos trozos de cemento se han desprendido, algo que también se puede observar en algún que otro punto de bajada a la playa.
Pero posiblemente la zona de Arenales que peor cara muestra es la calle Flores. Tras las fuertes precipitaciones por la pasada DANA - Depresión Aislada en Niveles Altos-, una sección del asfalto, junto al vallado del hotel de Arenales del Sol, cedió. Como consecuencia de ello, el Ayuntamiento dispuso varias vallas y cerró uno de los dos accesos para llegar a la playa. Todo apunta que esta escena se prolongará mucho tiempo, ya que aquí entra en juego que la propietaria del hotel deba y quiera o no hacerse cargo de la reparación, o si el Ayuntamiento decide hacerse cargo del arreglo y luego pasarle la factura a la propiedad. Y además, planeando sobre todo esto, está que Costas dé los oportunos permisos para poder hacer las obras correspondientes. Un callejón con difícil salida en una calle donde los vecinos están más que hartos, ya que no es la primera vez en estos últimos años que esta calle se corta parcial o totalmente durante largos periodos de tiempo. Así ocurrió en diciembre de 2016 y fue necesario que transcurriera más de medio año para poder ser reparada por el Ayuntamiento tras recibir el permiso de Costas.
«Tras la DANA de hace un mes la playa se ha recuperado totalmente», señala el alcalde pedáneo, Antonio Garzón, quien recuerda que con la llegada del invierno se desmantelan algunos elementos que sí están activos en verano.
Garzón señala que el vallado de color amarillo dispuesto en la torre de vigilancia posiblemente obedezca a la existencia de una grieta, mientras apunta que en una o dos semanas se empezarán a retirar los dátiles que ya están cayendo y manchando las aceras. Una vez terminen los operarios de actuar en los colegios, podrán desplazarse a Arenales, señala.
Mientras tanto, salvo algunas críticas menores, la retirada de las cañas del solar ubicado frente a las dependencias municipales ha sido todo un éxito. Le ha dado otra vida a esta zona. Antonio Garzón insiste en que se trataba de una especie invasora y que se ha retirado no solo con la autorización de Costas, sino también bajo su recomendación.
Junto a ello, durante este verano se han cortado las hojas de las palmeras que caían por debajo de los 2,20 metros y se seguirán haciendo en calles pendientes. De igual modo, algunos alcorques que estaban vacíos han aparecido recientemente con nuevas palmeras. En total, se han replantado más de una veintena de ejemplares en un paseo que cada fin de semana, en cuanto sale un poco el sol, es visitado por miles de personas. Mientras tanto, a muchos de los que residen aquí todo el año nadie les arrebata esa sensación de estar abandonados.
