Devoción por San Crispín. Más de 1.000 ilicitanos participaron ayer en la tradicional romería para venerar al patrón de la industria zapatera y para pedirle mucho trabajo y salud. Después de un nutrido ciclo de actos con el triduo así como el pregón y la ofrenda de flores durante el fin de semana, llegaba el turno de un cita que cada año va sumando seguidores, como era la romería. A pesar de que muchos temían de que la lluvia pudiese amenazar la celebración, finalmente el recorrido desde la parroquia Madre de Dios hasta la ermita en la que reposa durante todo el año la imagen estuvo asegurado sin incidencias, ya que los romeros, con pañuelo verde y caña, sólo tuvieron que guarecerse de la lluvia en el último momento después de la misa y antes de recoger las chinchetas que ofrecía el patrón para asegurar un buen año para los ilicitanos.

La romería tuvo una extensa comitiva de vecinos, autoridades locales así como miembros de la asociación Amigos de San Crispín, que celebraban un día importante para la ciudad teniendo en cuenta la raigambre con la industria zapatera. Los vivas al patrón fueron continuos e incluso se produjo por primera vez un encuentro con la imagen de la parroquia del Buen Pastor, ya que el itinerario pasaba por la puerta de este templo del que depende la ermita donde reposa durante todo el año San Crispín. Se cantó el himno del Buen Pastor y durante el trayecto los costaleros homenajearon a su compañero José «El Chato» junto a su casa de la calle Diego Pascual Gálvez. El paso del patrón estuvo animado con tracas por las ocho calles por las que transcurrió. Tantos viales estaban previstos en la romería que se fueron formando varios grupos de devotos separados por metros.

Cuando la imagen llegó a la ermita se ofició una misa desde el exterior con cánticos de los jóvenes de la coral Íllice Augusta, después vino el Gloria y la reflexión del párroco, que evidenció que detrás del zapato hay un artesano que debe ponerse en valor porque es capaz de convertir el cuero «en otra cosa». La reflexión de la autoridad eclesiástica de la ermita también aludía a la importancia de educar a los hijos en los valores que tiene el trabajo para «empoderar y dignificar». Tras el discurso se formó una infinita cola a los pies de la ermita y miles de ilicitanos y visitantes pasaron a lo largo del día por el templo para coger las típicas tachuelas que sostenía la imagen del patrón en su caja de oficio, ya que este es un elemento que muchos trabajadores de la industria guardan como Ascensión Moreno, que ha estado dedicada durante cuarenta años al zapato como aparadora y siempre ha tenido un puñado de chinchetas en el cajón de su máquina en el taller, que les daba a sus compañeras, «y nunca me ha fallado». Luis Pastor también reconoce que en Elche le tienen «buen apego» al patrón por haber estado trabajando incansablemente desde el 1965 hasta su jubilación en el mundo del calzado, por ello era uno de los que esperaba ayer para recoger uno de los 10.000 calendarios que se han editado este año con motivo de la celebración.

Los más adultos también señalaban que es necesario hacer un llamamiento a los jóvenes para que esta tradición que se remonta al siglo XIX no se pierda. Aún y así, era alta la participación de familias, entre ellas miembros de comisiones de fiestas de distintos barrios o pedanías que tampoco esta cita que, como es costumbre, se concluye con el almuerzo de coca con uvas o granadas. Durante estos días ha estado instalado un mercado con puestos de comida tradicional para acompañar de forma gastronómica a la tradición. Desde la asociación Amigos de San Crispín recuerdan que la historia del patrón es curiosa, ya que «a la gente que tenía dinero le cobraba los zapatos, cuando empezó elaborando alpargatas, mientras que a la gente humilde no», explica Lucia Rico, miembro de la directiva. Desde hace 11 años el santo dejó de estar exclusivamente en su ermita y durante los días previos a la celebración reposa en las parroquias de la zona para extender más la tradición. Durante la historia de la romería el patrón ha salido desde diferentes templos como la basílica de Santa María, Corazón de Jesús o incluso desde San Antón.

El triduo dio el inicio a las fiestas con las misas cantadas en las que no faltaron las armonías del laúd o la bandurria donde muchos devotos se encomendaban a San Crispín para pedir trabajo o asegurar el que tienen, además de rogarle salud para la familia. Además de estos tres días de misas el sábado se celebró una multitudinaria ofrenda de flores y después el pregón de la mano de Rafael Bernabéu, fundador del grupo J'hayber, que a sus 89 años abordó todo el trabajo que se hizo en la ciudad para la cesión de los terrenos en Carrús en la década de los 50. También señaló el espíritu emprendedor que ha existido en Elche para crear riqueza en la industria, ya que algunos empresarios lograron transformar el devenir económico creando puestos de trabajo. El alcalde, Carlos González, alabó al empresario ilicitano porque vino de «una generación excepcional de empleadores que construyeron esta ciudad».Desde la asociación de San Crispín agradecen el apoyo de los colectivos de la ciudad así como del Consistorio. En cuanto a retos futuros plantean que con el tiempo la figura de Crispiniano, que era hermano del patrón y que también se dedicó a confeccionar zapatos, pueda tener algún homenaje.