«Una mujer puede ser sexy sin pechos y sin pelo. Yo me siento muy femenina aunque no tenga ovarios.». El caso de Patricia es una de esas historias de coraje, superación y de cómo aprender a quererse a una misma. Cuando esta ilicitana decidió subir sus fotografías a Facebook minutos antes de someterse a la sexta operación desde que en septiembre de 2016 le detectaran cáncer de mama, no imaginaba que, al despertar en el hospital, ya habrían llegado a miles de personas por todo el mundo. Eran unas fotos mastectomizada, sin pechos tras las múltiples intervenciones y reproducciones del cáncer. Lo más paradójico de esta historia es que el primer tumor, el que se llevó el primer trozo de sus senos, se lo detectaron durante unas pruebas cuando decidió subir la talla del pecho en el verano de 2016. «Tenía mucho complejo. Se me metió entre ceja y ceja y decidí aumentarlo», confiesa.

Tres años después, y tras una dura batalla contra la enfermedad, su percepción de sí misma ha dado un giro de 180 grados. «Me veo mejor ahora, sin pechos y con el pelo corto, que antes, cuando no me los habían quitado y la melena me llegaba al codo», relata. Un proceso, no obstante, «que ha requerido tiempo, no ha sido de la noche a la mañana. Pero esta enfermedad me ha servido de mucho. Para aprender a quererme, valorarme, sentirme segura de mí misma, acabar con cosas de mi vida que no me hacían feliz y que por miedo o inseguridades no hacía, como ponerle fin a mi matrimonio. En definitiva, he vuelto a ser yo. Al final se trata de aprender a vivir feliz con lo que una es. Vivir el hoy, porque no sabes qué va a pasar mañana».

Las tres fotos que decidió subir a las redes sociales, acompañadas de un post cargado de vida, optimismo y fuerza para quienes están pasando por una situación similar, se han compartido casi 2.400 veces. «Me escribe gente de todo el mundo, de Grecia, de EE UU, Inglaterra...», cuenta con una vitalidad digna de admiración. «Trato de contestarle a todos, desde siempre he querido ayudar y después de haber pasado por todo esto, todavía más», añade. No fue una estrategia preparada, sino que «una amiga me lo propuso una tarde en mi casa, porque me dijo que me llamarían de una revista médica para hablar sobre cómo estaba llevando mi enfermedad y para hacer alguna charla y decidí hacérmelas, porque a veces vale más una imagen que mil palabras. Las hicimos con su móvil y me las pasó. Minutos antes de ir al hospital, para esa sexta operación, pensé en compartirlas, fue un poco todo sin pensar, y a partir de ahí...».

Miles de comentarios elogian la valentía de mostrarse de esta forma a través de las redes sociales. «Estábamos partidas de la risa haciendo las fotos. En un momento dado dije ¿Que no puedo ser sexy? Pues toma sexy. Y así salió una de ellas, que aparezco con una copa de vino, en la cocina y con las piernas cruzadas. Y ese es el mensaje. Al final se trata de la seguridad que tengas en ti misma, porque es la que se transmite a los demás. Al final, cuando uno va por la calle, le llama la atención la gente que camina segura. Puedes tener un pelo largo, unos pechos grandes y bonitos pero si tienes un vacío dentro y no te gustas tú, no vas a gustar a los demás», sentencia.

«Superheroína»

Su enfermedad es hereditaria, motivo por el que se ha reproducido en varias ocasiones y por las que el equipo médico decidió extirparle los ovarios. «Me dijeron que así se reducía en un 90% las posibilidades de que el tumor volviese y aun así lo hizo». Pero ni siquiera eso la hizo venirse abajo. «¿Qué voy a hacer? ¿Hundirme? Lo afronté, y si vuelve a reproducirse, lo afrontaré de nuevo. No hay que perder tiempo apenándose. Si llega el día en el que pierda la guerra, que al menos la batalla, todo ese proceso hasta que llegue el momento, no lo pasemos mal también».

Su actitud, siempre positiva, ha ayudado mucho a su familia a la hora de permanecer a su lado estos tres años. «A mis hijos, que ahora tienen 7 y 5 años, nunca les he engañado, se ha tratado todo con mucha naturalidad, y siempre con una sonrisa para que no les afectara. A la peluca que llevé durante la quimioterapia la llegamos a bautizar y ahora forma parte de la familia. Delante de ellos me han llegado a preguntar si no tenía miedo a morirme. Entonces ellos me decían mamá, ¿te vas a morir? Me puse una capa y les dije que lo haría algún día, porque no soy inmortal, pero que su mamá era una súperheroína que iba a salir de esta. Desde ese día, presumen orgullosos en el cole de que su mamá tiene poderes».

Patricia no se cansa de ayudar a otras mujeres, e impartirá próximamente charlas y conferencias para que su caso sirva de ejemplo y apoyo a otras mujeres. En este sentido ha diseñado pulseras en beneficio de Amacmec y continúa su labor de difusión incansable a través de las redes sociales.