La celebración del Día Mundial del Turismo es un buen momento para reflexionar en torno a un lema elegido por la Organización Mundial del Turismo que nos resulta muy cercano: «Turismo y empleo: un futuro mejor para todos». Resulta indudable que el turismo tiene un peso más que relevante en el mercado laboral. Esto es así a escala global -la OMT estima que el 10% de los puestos de trabajo en el mundo son turísticos- y lo es mucho más para España, segundo destino mundial en 2018 para llegadas internacionales. En nuestro país el número de afiliados que concentra el sector ha llegado en este agosto a las 2.626.125 personas, lo que representa un 13,6% del total.

Se trata además de un sector que ha demostrado solidez en momentos de debilidad. El empleo turístico no ha parado de avanzar en la última década en términos absolutos, además de incrementar su peso en relación con el total. Estos datos permiten calificar a este sector de estratégico y clave para avanzar en el cumplimiento del ODS 8, trabajo decente.

Sin embargo, más allá de la realidad de hoy, hemos de ser capaces de anticiparnos frente a los retos que planean sobre el empleo turístico y las oportunidades que se abren ante nosotros en todas las escalas de análisis. En el lado de los desafíos, las incertidumbres que plantea un posible Brexit sin acuerdo, la competencia de otros territorios, el reto tecnológico o el cambio climático nos obligan a definir un modelo turístico atractivo, diferenciado e inteligente, que tiene que contemplar como prioritarios el avance en sostenibilidad, el desarrollo de destinos inclusivos que no dejen a nadie atrás y también la planificación territorial. La reciente catástrofe vivida en la vecina Vega Baja del Segura nos obliga a repensar el modelo de relación que tenemos con el medio, sustituir la perspectiva de dominio por un enfoque de convivencia y respeto que evite la irreparable pérdida de vidas humanas y la destrucción de cuantiosos bienes materiales.

Otro de los retos siempre presentes en el turismo y con influencia clave sobre la calidad del empleo es la estacionalidad. Pues bien, tenemos ante nosotros la oportunidad histórica de poner en marcha en Elche una potente infraestructura que puede servir para generar estancias turísticas al margen de la temporada alta característica del segmento de sol y playa, que permita que la ciudad se convierta en un referente del Turismo de Congresos y de Negocios. Acertar en el modelo, en la ubicación, en las comunicaciones, en la capacidad del plenario, en el número de salas, en el diseño y en los servicios que ofrezca serán cuestiones clave para que podamos competir en uno de los segmentos que tienen un crecimiento más sólido en número de turistas y en gasto medio, lo que redunda en la calidad de empleo que genera.

El perfil de este tipo de turista es el más deseado: busca oferta y servicios de calidad, es respetuoso con el destino y dispone de un poder adquisitivo medio-alto. Además, entre sus prioridades están los destinos inteligentes que apuesten por la sostenibilidad y disfrutar de experiencias diferenciadas.